domingo, 13 de junio de 2010

Rogando por un pequeño milagro


Hoy camino azotado por los rayos del sol. La luz me baña y me trasmite una profunda sensación de calor consolador. Cierro los ojos y comienzo a andar, el sonido de mis pasos de funde con el asfalto y a mis ojos llegan los gritos de la vida que brilla a mi alrededor. El quejido de los pequeños polluelos en sus altos nidos, el bullir de los insectos revoleando en al eterna danza del amor. El zierzo que acuna son cariño los arboles cuyas fragancias liberan al mundo. El llanto de un niño en busca del seguro consuelo materno.

Cierro los ojos e intento pensar en nada. Intento centrarme en mi mismo. Respiro hondo y me dejo llevar. Por un momento, parece que me fundo con el contorno y me convierto en una mancha borrosa bajo el sol. El sonido chirriante de una puerta me devuelve al mundo y al continuo caminar de la vida. Miro a todas partes y una extraña sensación me sacude y me arroja a las fauces del destino.

Ese mismo destino que me enseña ahora lo que me quito, que me muestra lo que podía haber sido pero que nunca llegara a ser. Ese mismo destino que se ríe de mí sin compasión. Ojala no hubiera sido ahora y hubiera sido antes, ojala pudiera regresar al pasado y cambiar las cosas. Si solo tuviera un poco mas de tiempo. Extiendo unas manos que me son ajenas, que es esta extraña sensación.

Es el recuerdo de sus manos contra las mías lo que recuerdan mis dedos, lo que añora mi piel, lo que desea mi alma. Por unos pocos minutos dos manos entrelazadas, las mismas que yo contemplo envolvía tus suaves y pequeñas manos. Siento el dolor de tu ausencia. Si solo hubiera tenido un poco mas de tiempo, quizás mis manos serían mías y solo mías para el resto de la eternidad. Si solo me dieran un poco mas de tiempo.

Justo ahora el destino ríe con sonoras carcajadas, te tengo tan cerca, tan cerca y tan lejos. Ese maldito canalla que nos separa, ese maldito canalla que ha decidido mostrarnos un espejismo de la felicidad que podía haber sido y que jamás sera. Cuanto añoro una oportunidad, porque me das esta cruel invitación a una fiesta que hace tiempo que cerro sus puertas. Las empujo, las derribo y no puedo con ellas. Caigo lastimado al suelo y lloro, lloro amargamente y siento que el recuerdo de tus manos se desvanece poco a poco. Un grito de rabia salpica los cielos y hace brotar mis lágrimas.

Abro los ojos y estoy solo, solo en mitad de ninguna parte. Miro a mi alrededor confundido y temeroso. Temeroso del tiempo que esta por pasar, temeroso de tu partida y de la segura certeza de lo que nunca sera. El destino se ríe de mi, con sonoras carcajadas y yo solo rezo, rezo y ruego a todos los que me escuchen que me den más tiempo, que me den solo un poco mas de tiempo para volver a acariciar tus manos. El destino se vuelve a reír y yo caigo de rodillas en mitad de ninguna parte, rogando, solo rogando, que cambie la dirección del viento y no separarme jamás de ti. Maldito destino, apiadate de mi solitario corazón.

Las cosas no cambiaran. El tiempo agotara y mis lágrimas volverán a marchitar mis párpados. No albergo la esperanza, pero conservare ese recuerdo, el recuerdo de dos manos entrelazadas al abrigo de la oscuridad. No habrá segundas oportunidades...o si, pero esa sera otra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario