Un buen amigo me repitió no hace mucho tiempo que para poder estar con alguien, para ser uno con otra persona, para saber convivir y vivir en plenitud con dicha persona, para vivir en pareja en definitiva, primero uno debe aprender a vivir solo. Yo deseche su comentario con la mano, un tanto molesto. ¿Aprender a vivir solo? Llevo ya mucho tiempo solo amigo, aunque este rodeado de gente me he sentido muy solo. Estoy cansado de estar solo.
Mi amigo tenía razón, lo sabia entonces y lo se ahora. Mas tarde, me pregunte a mi mismo si de verdad había aprendido a estar solo. Si de verdad había aprendido lo que era vivir en soledad y había obtenido la suficiente experiencia de esta larga y fría penitencia. Entonces comenzaron las dudas. ¿Acaso mi deseo enfermizo de abandonar esa soledad no era mas que la cara de mi derrota ante la misma?
En este mundo, todos nos complementamos. Todos estamos conectados de una forma imprecisa, pero conectados al fin y al cabo. Y es que la vida es como un gran puzle, un gran puzle donde no sabes donde van a encajar las piezas porque no podemos ver el puzle con la perspectiva suficiente hasta que hemos colocado la mayoría de las piezas. Ese es el gran misterio de la vida, un gran puzle, y nosotros, nuestras experiencias y emociones, somos las piezas que forman ese inmenso puzle que es nuestra vida. Solo al final vemos como encajaban las piezas, porque encajan y que lugar ocupan en el puzle. Al fin y al cabo, las piezas malas o amargas, por muy malas o amargas que sean deben encajar para que puedas colocar la siguiente pieza del gran puzle.
Es por esa complementación, por esa relación que existe entre todos nosotros que no podemos vivir solos. No podemos retirarnos al monasterio mas oscuro y vivir entre contemplación y oración. Rezar a Dios esta muy bien y es muy respetable, pero renunciar a la relación con el resto de personas con dicho fin no es la obra de Dios, es el camino de la locura. Yo me siento como un monje, estoy rodeado de gente, gente que me quiere y me apoya, gente que evita que lo tire todo por la borda y me rinda.
Pero, no es suficiente con el cariño de los demás, no es suficiente con el cariño de los que te rodean, necesitamos algo mas. Esa persona, esa persona que encaja perfectamente contigo, que te quiere incondicionalmente, que te apoya, te respeta y te ama con todo su corazón. Esa es la persona que de verdad nos saca definitivamente de la mas terrible soledad. La soledad de un corazón sin homologo.
Ante mí, quizás se me este planteando la oportunidad de encontrar a dicha persona. Quizás tenga ante mi la ultima oportunidad de salir de mi soledad. Pero, paradojicamente, si de verdad deseo eso, si de verdad quiero salir de mi soledad, deberé primero renunciar a dicha persona, a su compañía diaria, a sus caricias, sus mimos y sus besos. Deberé aprender a vivir sin ella por un tiempo, en soledad. El destino de nuevo se vuelve a reír de mi. Maldita sea mi destino. Las cosas son tan fáciles...pero se complican tanto. En este momento, mi corazón y el suyo deben decidir si están dispuestos a vivir en soledad un tiempo hasta que nos volvamos a encontrar para no separarnos nunca más.
Yo estoy dispuesto a eso, estoy dispuesto a esperar, estoy dispuesto a vivir en soledad, estoy dispuesto a aprender a vivir con la soledad. Lo estoy porque estoy seguro de que merece la pena ese sacrificio, estoy seguro de que merecen la pena todos los sacrificios que he hecho hasta ahora. Estoy completamente seguro de eso. Pero esto, por supuesto, no es una decisión unilateral, es una decisión compartida, por eso tengo que esperar a lo que esa otra persona decida. Dentro de dos días sabré la respuesta. Dentro de dos días, sabré si ella también esta dispuesto a ello.
Muchas veces, por mucho que nos sacrifiquemos, por mucho que lo demos todo, nuestras plegarias y nuestros deseos se quedan en nada. Por eso tengo miedo, tengo miedo de que me vuelvan a herir. Pero aunque lo hagan, aunque todo esto acabe mal, aunque todo esto no llegue ni a empezar. Tengo el valor de intentarlo. ¿El fin de esta historia? Prometo contároslo dentro de poco. Pero esa es otra historia.
Mi amigo tenía razón, lo sabia entonces y lo se ahora. Mas tarde, me pregunte a mi mismo si de verdad había aprendido a estar solo. Si de verdad había aprendido lo que era vivir en soledad y había obtenido la suficiente experiencia de esta larga y fría penitencia. Entonces comenzaron las dudas. ¿Acaso mi deseo enfermizo de abandonar esa soledad no era mas que la cara de mi derrota ante la misma?
En este mundo, todos nos complementamos. Todos estamos conectados de una forma imprecisa, pero conectados al fin y al cabo. Y es que la vida es como un gran puzle, un gran puzle donde no sabes donde van a encajar las piezas porque no podemos ver el puzle con la perspectiva suficiente hasta que hemos colocado la mayoría de las piezas. Ese es el gran misterio de la vida, un gran puzle, y nosotros, nuestras experiencias y emociones, somos las piezas que forman ese inmenso puzle que es nuestra vida. Solo al final vemos como encajaban las piezas, porque encajan y que lugar ocupan en el puzle. Al fin y al cabo, las piezas malas o amargas, por muy malas o amargas que sean deben encajar para que puedas colocar la siguiente pieza del gran puzle.
Es por esa complementación, por esa relación que existe entre todos nosotros que no podemos vivir solos. No podemos retirarnos al monasterio mas oscuro y vivir entre contemplación y oración. Rezar a Dios esta muy bien y es muy respetable, pero renunciar a la relación con el resto de personas con dicho fin no es la obra de Dios, es el camino de la locura. Yo me siento como un monje, estoy rodeado de gente, gente que me quiere y me apoya, gente que evita que lo tire todo por la borda y me rinda.
Pero, no es suficiente con el cariño de los demás, no es suficiente con el cariño de los que te rodean, necesitamos algo mas. Esa persona, esa persona que encaja perfectamente contigo, que te quiere incondicionalmente, que te apoya, te respeta y te ama con todo su corazón. Esa es la persona que de verdad nos saca definitivamente de la mas terrible soledad. La soledad de un corazón sin homologo.
Ante mí, quizás se me este planteando la oportunidad de encontrar a dicha persona. Quizás tenga ante mi la ultima oportunidad de salir de mi soledad. Pero, paradojicamente, si de verdad deseo eso, si de verdad quiero salir de mi soledad, deberé primero renunciar a dicha persona, a su compañía diaria, a sus caricias, sus mimos y sus besos. Deberé aprender a vivir sin ella por un tiempo, en soledad. El destino de nuevo se vuelve a reír de mi. Maldita sea mi destino. Las cosas son tan fáciles...pero se complican tanto. En este momento, mi corazón y el suyo deben decidir si están dispuestos a vivir en soledad un tiempo hasta que nos volvamos a encontrar para no separarnos nunca más.
Yo estoy dispuesto a eso, estoy dispuesto a esperar, estoy dispuesto a vivir en soledad, estoy dispuesto a aprender a vivir con la soledad. Lo estoy porque estoy seguro de que merece la pena ese sacrificio, estoy seguro de que merecen la pena todos los sacrificios que he hecho hasta ahora. Estoy completamente seguro de eso. Pero esto, por supuesto, no es una decisión unilateral, es una decisión compartida, por eso tengo que esperar a lo que esa otra persona decida. Dentro de dos días sabré la respuesta. Dentro de dos días, sabré si ella también esta dispuesto a ello.
Muchas veces, por mucho que nos sacrifiquemos, por mucho que lo demos todo, nuestras plegarias y nuestros deseos se quedan en nada. Por eso tengo miedo, tengo miedo de que me vuelvan a herir. Pero aunque lo hagan, aunque todo esto acabe mal, aunque todo esto no llegue ni a empezar. Tengo el valor de intentarlo. ¿El fin de esta historia? Prometo contároslo dentro de poco. Pero esa es otra historia.
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