A veces, como el común de los mortales, creo que hay una fuerza invisible que guia mis pasos. No estoy hablando de nada en concreto, haya cada uno con sus creencias, todas respetables. Me refiero a que mi camino se va abriendo poco a poco con cada paso que voy dando. A cada inconveniente que surge en mi camino, le sigue otro. Siento que alguien o algo me guia, a la hora de la verdad quizás me de cuenta de que ese alguien soy yo.
Hace mas de un año tuve un sueño, era un pequeño e indefenso sueño. Una mera semillita que nació de mi esperanza y mi ilusión. Atesorado por años y años de vivencias y acariciado por los sinsabores y alegrías de una vida corta pero intensa mi pequeña semilla cayó en mis manos de la forma mas sencilla y dulce que fue capaz.
Yo la acogí entre mis manos y la frote con cuidado, quitándole la tierra y los miedos que la recubrían. Con sumo cuidado hice un hueco en mi interior y con contundente delicadeza la tape con mis ilusiones para que creciera fuerte y esbelta. No se en que momento ocurrió aquello, ya que yo solo fui consciente de mi pequeño árbol cuando ya había surgido el primer tallo del árido suelo.
Sorprendido, aturdido y tembloroso la regué con fuerza, con energía, renovación y fuerte convicción. Mi pequeño vástago no tardo en crecer con fuerza y el milagro de la vida hizo que en poco tiempo se convirtiera en un pequeño arbolito, dispuesto a llegar a lo mas alto y combatir a los huracanados vientos, retando a los poderosos rayos del Dios Zeus. Mi árbol no paraba de crecer.
Entonces llegaron las penalidades, las plagas, la sequía, terremotos, adversidades y desavenencias. En muchos momentos estuve tentado de abandonar a mi pequeño árbol, marchar lejos y emprender nuevos cultivos, en tierras mas fertiles donde los arboles crecen mejor y mas fuerte. Pero nunca he abandonado a mi pequeño árbol, pese a las adversidades, pese a los desatinos, pese a los desafortunados encuentros.
Hoy mi árbol crece, no lo hace tan fuerte como otros y a veces tengo sentimientos de desazón o de pena por el lento crecer de mi pequeño árbol, pero hasta ahora he permanecido a su lado, inquebrantable, inmutable, sin dudar, sin ceder...Aun no se si siempre podre seguir cuidando de mi pequeño árbol. No se si tendré fuerzas o salud para llegar ver a mi árbol dar sus primeros frutos, alcanzando alturas increíbles y extendiendo sus ramas con magnificencia y esplendor. ¿Llegare a ver a mi árbol lleno de gozo? No lo se. Nadie lo puede saber. Solo espero tener la fuerza para no abandonarlo nunca.
Mi sueño, es ese árbol. Mi sueño amigos, es vivir en Japón. Pero dicho así mi árbol parece simple y rocambolesco. Digamos que ese fue mi sueño original. El tiempo lo ha hecho madurar y tomar forma y me ha hecho darme cuenta de que la cosa no es tan simple como lo era mi semillita. Pero esa...es otra historia.
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