La vieja balanza

Hay sueños que no se llegan a cumplir nunca. Son los que más y sin embargo nosotros nos aferramos sin darnos cuenta de que solo son incandescentes clavos ardientes. La vida suele dar una segunda oportunidad, no siempre por algo es llamada injusta, pero suele darnos segundas oportunidades. Oportunidades para enmendar nuestros errores, oportunidades para corregir en los aspectos en los que nos hemos equivocado. Eso es, en lineas generales, en lo que se resume todo. Prueba, error, lágrimas y segundas oportunidades. Así son las cosas.

Estas semanas no paro de darle vueltas a la cabeza. Y no he logrado llegar a ninguna conclusión. Cuando esto me pasa, tiro de los amigos y les pregunto: Y la respuesta es unánime pregunte donde pregunte. Ni siquiera se lo piensan, ni siquiera dudan. Ni siquiera se lo cuestionan aunque posteriormente maticen un poco. Cuando les pregunto: ¿Por quien te dejarías aconsejar, por la mente o por el corazón? Todos me dicen, segué lo que te dice la razón. Aferrate a lo seguro y olvidate de viejos sueños imposibles que no te llevaran a nada.

A veces desearía que todo fuera tan fácil. Al fin y al cabo, la mayoría de los que optan por la opción mas soñadora e imposible acaban o muertos o fracasados. Quizás la vida me este tendiendo ahora la mano una vez mas mientras me observa con sus pequeños ojos eternos, tentándome de nuevo a tomar un camino. Un camino que puede no tener marcha atrás. La decisión es fácil, seguir con un hermoso y precioso sueño de un viaje de verano o bien caer rotundamente en plena realidad y aferrarse a ella con uñas y dientes para lograr un vuelo seguro hacía un futuro. Un futuro seguro, cuantos darían por tener algo así.

La otra opción es seguir soñando. Seguir viviendo en un sueño del pasado, esperando, casi sin esperanza alguna que en un futuro...Que en un futuro vuelva a salir el sol, los hados convergían y de nuevo tenga la oportunidad de tener un futuro tan brillante como jamás pude haber imaginado. En esta balanza entre los sueños y la razón me debato sin ningún peso decisivo que oriente la balanza hacía ninguno de los dos lados. En esta situación...casi es mejor simplemente dejarse llevar. ¿Qué pasara? El tiempo, el tiempo lo dirá. Pero esa, esa es otra historia.