Bueno, supongo que tenía que pasar lo que tenía que pasar. Es decir, nada. Nuevamente dejandome llevar por mi generosidad caigo una y otra vez en los mismos errores. Estoy cansado, ahora me siento muy cansado. No tengo ganas de escribir, no tengo ganas de hablar, no tengo ganas de sonreír, no tengo ganas....de nada. No se porque sigo intentando salir de la situación en la que estoy, no se porque sigo intentando algo que es claramente imposible. No se para que.
Hoy nuevamente he visto como la felicidad es para otros, como la esperanza es para otros, como la luz alumbra el camino de un tercero que no soy yo. Y estoy tan cansado, tan cansado y lleno de rabia. Rabia por la injusticia, rabia por la soledad, cansado de ser soy, cansado de ser buena persona. Estoy casi cansado de soñar, casi cansado de respirar con estos pulmones grises y marchitos que solo se merecen lo que han obtenido.
Una amiga mía me recordó hace poco que se suponía que yo era un hombre de fe. Un hombre que enarbolaba la bandera de la esperanza por encima de las cabezas de los que no podían ver o no querían ver. Yo era ese hombre. Pero, en que momento desapareció...en que momento aquel hombre murió. Morir es una palabra muy grave, y no quiero jugar con ella o enarbolarla, así que mejor digamos, ¿Cuándo ese yo desapareció?
Otra amiga me recordó una carta que me escribió en una ocasión, una carta en la que describía a un hombre dulce, cariñoso, fiel, bondadoso, fuerte y bonachón. Alguien digno de su confianza, alguien digno incluso de ser amado. Una buena persona. Supongo que tenía razón y que cuando escribio aquella carta ese hombre existía. Ese hombre era yo. Pero, hoy no me siento así. La vida me desprecia y se ríe de mi fortuna, clavandome una y otra vez los insabores de la vida. No recuerdo la ultima vez que sonreí con alegría. A veces me pregunto si de verdad yo puedo sonreír, a veces me pregunto si yo de verdad volveré a sonreir.
Siento, muy dentro de mi, que aquel hombre al que tanto querían sus amigos, al que tanto respetaban sus conocidos, al que tanto apreciaba mi amiga...desapareció hace mucho tiempo. Hace mucho tiempo, le dije a mi buen amigo Ivan que me sentía como una carcasa, como un esqueleto sin corazón, ya que se había roto en tantos pedazos que ya no seria jamás capaz de volver a tomar forma. ¿Quién iba a tener la paciencia de recoger cada trocito y volverlos a unir? Nadie...Siento que soy una corazón que no merece la pena ser salvado. Eso es lo que siento.
Te castigas demasiado a ti mismo, lo se And. pero no puedo evitar sentirme así. Tengo la sensación, la misera y oscura sensación de que la felicidad es algo muy hermoso y bello que no esta hecho para mí. Que ya no esta hecha para mí. No me pude dar cuenta hace años, pero ahora lo se. Puede ser que lo mas cerca que estemos de nuestros sueños, sea ahora. Por eso, esforzaos al máximo, esforzaos al máximo porque puede que mañana sea demasiado tarde y vuestro corazón se haya roto para siempre. Yo seguiré estudiando, seguiré trabajando, seguiré esforzándome. Por que como dicen algunos soy un hombre de fe. Pero algo en mi interior, me dice, que solo soy una carcasa sin corazón que no merece la pena ser amada, que no tiene derecho a amar. Pero esa es otra historia.
Hoy nuevamente he visto como la felicidad es para otros, como la esperanza es para otros, como la luz alumbra el camino de un tercero que no soy yo. Y estoy tan cansado, tan cansado y lleno de rabia. Rabia por la injusticia, rabia por la soledad, cansado de ser soy, cansado de ser buena persona. Estoy casi cansado de soñar, casi cansado de respirar con estos pulmones grises y marchitos que solo se merecen lo que han obtenido.
Una amiga mía me recordó hace poco que se suponía que yo era un hombre de fe. Un hombre que enarbolaba la bandera de la esperanza por encima de las cabezas de los que no podían ver o no querían ver. Yo era ese hombre. Pero, en que momento desapareció...en que momento aquel hombre murió. Morir es una palabra muy grave, y no quiero jugar con ella o enarbolarla, así que mejor digamos, ¿Cuándo ese yo desapareció?
Otra amiga me recordó una carta que me escribió en una ocasión, una carta en la que describía a un hombre dulce, cariñoso, fiel, bondadoso, fuerte y bonachón. Alguien digno de su confianza, alguien digno incluso de ser amado. Una buena persona. Supongo que tenía razón y que cuando escribio aquella carta ese hombre existía. Ese hombre era yo. Pero, hoy no me siento así. La vida me desprecia y se ríe de mi fortuna, clavandome una y otra vez los insabores de la vida. No recuerdo la ultima vez que sonreí con alegría. A veces me pregunto si de verdad yo puedo sonreír, a veces me pregunto si yo de verdad volveré a sonreir.
Siento, muy dentro de mi, que aquel hombre al que tanto querían sus amigos, al que tanto respetaban sus conocidos, al que tanto apreciaba mi amiga...desapareció hace mucho tiempo. Hace mucho tiempo, le dije a mi buen amigo Ivan que me sentía como una carcasa, como un esqueleto sin corazón, ya que se había roto en tantos pedazos que ya no seria jamás capaz de volver a tomar forma. ¿Quién iba a tener la paciencia de recoger cada trocito y volverlos a unir? Nadie...Siento que soy una corazón que no merece la pena ser salvado. Eso es lo que siento.
Te castigas demasiado a ti mismo, lo se And. pero no puedo evitar sentirme así. Tengo la sensación, la misera y oscura sensación de que la felicidad es algo muy hermoso y bello que no esta hecho para mí. Que ya no esta hecha para mí. No me pude dar cuenta hace años, pero ahora lo se. Puede ser que lo mas cerca que estemos de nuestros sueños, sea ahora. Por eso, esforzaos al máximo, esforzaos al máximo porque puede que mañana sea demasiado tarde y vuestro corazón se haya roto para siempre. Yo seguiré estudiando, seguiré trabajando, seguiré esforzándome. Por que como dicen algunos soy un hombre de fe. Pero algo en mi interior, me dice, que solo soy una carcasa sin corazón que no merece la pena ser amada, que no tiene derecho a amar. Pero esa es otra historia.
Te imaginas tanto como es la felicidad que no te paras a disfrutar de todo lo que tienes, el amor no es la unica felicidad, aunque te obsesiones en buscarlo, solo llegará cuando dejes de pensar solo en él.
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