Las nubes de la tempestad cubren los cielos de la ciudad de Zaragoza. Los rayos estallan tan cerca que incluso temes que te partan en dos en cualquier momento. Los truenos, retumban en el cielo y remueven las entrañas de tu alma con una potencia de choque sin precedentes. Cuando resuena la tempestad a tu alrededor sabes que lo peor no es la tormenta, sino las consecuencias.
Las nubes pasan, el mundo queda patas arriba, todo queda patas arriba. La porquería del subsuelo emerge y lo cubre todo. Los lamentos, la tristeza y el dolor son una balsa de agua permanente que cubre lo que hace pocos días eran arboles, plantas, felicidad y luz...Ahora todo esta cubierto por el agua de la desgracia. Ahora es la tristeza la que embalsa mi corazón.
Hay jóvenes que mueren sin conocer la felicidad y ancianos que viven eternamente sin sonreír placenteramente. La felicidad no tiene edad. La tristeza domina todo lo demás. Puedes vivir eternamente, y desear ni siquiera haber nacido. Hay gente que vive eternamente sumida en su propia oscuridad, luchando por salir a base de lamentos, esfuerzos desenfocados y terribles pataleos infructuosos contra la vida.
El camino que se abre ante mi va a ser duro. Las opciones de victoria son tan certeras como las de derrota. Un mundo en contra y solo un alma solitaria para hacerle frente. Pero esta vez no voy a quedarme sentado lamentandome. Esta vez voy a luchar, con la cabeza alta y dispuesto a darlo todo aunque sera al derrota con lo que me encuentre al final no estoy dispuesto a quedarme sentado nunca mas lamentandome de la mala suerte que tengo o de lo desgraciado por mi larga soledad. Me voy a levantar, voy a agarrar la vida por los cuernos y moriré de pie mirando a los ojos mi destino.
Si dejo que la soledad y la tristeza me postren en mi silla no podre levantarme nunca mas. De momento tengo dos examenes delante de mis narices y debo aprobarlos pase lo que pase. Pero esa, esa es otra historia.
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