lunes, 23 de agosto de 2010

Nenúfares y tortugas


Tras abandonar Asakusa, el metro de Tokyo nos llevo hasta el parque de Ueno. Allí nuestro guia nos llevo a visitar, como siempre, las tiendas mas freakes de la zona. Cuando entramos en la mas importante, nos advirtió, aquí encontrareis cosas que no sirven para nada pero que tendréis unas irreversibles ganas de adquirir. Y no se equivocaba. Desde pianos portátiles con forma de nota musical, que cantaban la nota que les ordenaras (cantar literalmente, moviendo la boca y to), hasta extrañas huchas en las que un perro curioso sacaba la patita para arrebatarte tu moneda. Resaltar también las cucarachas eléctricas. Todo un invento que de seguro habría hecho feliz a mis gatos, a la próxima les compro una.


Tras comer en un bar especializado en Curry, un plato que si bien esta bueno tampoco me desbordo de sabor, nos adentramos en el parque de Ueno. Un parque inmenso que estaba a solo unos 15 min de nuestro hotel. El parque estaba salpicado de vagabundos, muy civilizados eso si que son japoneses, y cientos de estatuas y monumentos a héroes desconocidos para nosotros. El último samurai, un tipo gordo con un perro pequeño, que no se parecía na al de la película de Tom Cruise, la tumba a nose que matanza de unos tipos que por supuesto, se revelaron contra el gobierno y acabaron tos muertos y multitud de templos hermosos con bellas corrientes de agua y todo rodeado por una atmósfera de paz y...chicharras^^. Esperando a unos rezagados, observamos un pequeño riachuelo artificial, a cuyas orillas había dormido un japones (esta gente duerme en cualquier sitio, incluso de pie). Lo curioso fue ver como una japonesita, se quitaba las zapatillas y se sentaba tranquilamente a refrescar sus pies en el agua. Todos los asistentes observamos con horror aquello escena. Por la cabeza de ningún español le pasaría por la cabeza ponerse a remojar sus pies en una "fuente" publica, al menos en España que a saber que monstruosas criaturas microscopicas o no vivían en sus aguas.


Paseamos por el parque de Ueno y dejamos atrás el Zoo, que de momento no he visitado, algún día. Nos adentramos por templos milenarios rodeados por cientos y cientos de farolas de piedra, por llamarlos de alguna forma y nos adentramos por primera vez por un pequeño camino surcado por Toris rojos (las puertas japoneses rojas que salen en todas las fotos de Japón). He de decir que el cansancio y el calor ya estaban destrozándome físicamente, por lo que preste poca atención a lo que me rodeaba. Se que el templo principal estaba en obras, con lo cual nos quedamos con las ganas. Y que vimos al primer cuervo nippon, saltando por el suelo cual canguro. Y es que esos bichos son enormes y terriblemente amenazantes. Unas monstruosidades con alas que espero nunca salgan de esta isla. Por nuestro bien.


Dejando atrás los templos y arboles centenarios, llegamos al inmenso busca de nenúfares. Bueno bosque...laguna cubierta por infinitos nenúfares. Es una planta, que como todo lo que vive en japón, es mucho mas grande que sus primas europeas. Y de alguna forma, el conjunto de cientos y cientos de nenúfares daba un espectáculo bello a su manera. Aunque yo, como buen veterinario, comencé a cuestionarme al momento que provecho podrían sacar los japoneses a tal inmensidad de plantas. Volviendo a disfrutar del viaje y dejando de lado mi mente veterinaria me sorprendí al ver algunas tumbas que "adornaban" el lugar. Estaba la tumba de Wally, con unas gafas enormes, la tumba de algún laudista importante, con su laud de dos metros y muchas mas tumbas adornadas por muñecajos vestidos como niños y demás figuras extrañas.


La última parada del parque de Ueno nos llevo a la laguna de los enamorados. O como la conoceré y recordare desde ahora, la laguna de las tortugas devoradoras de hombres. Y es que la bonita laguna, aparte de estar surcada de barquitos, algunos con forma de cisne, en la que decenas de enamorados nippones daban rienda suelta a su amor, también estaba repleta de peces como mi brazo y enormes tortugas de orejas rojas. A mi me llamo mucho la atención, porque hacía apenas unos meses que había hecho un trabajo sobre tortugas y nada podía poderme hacer presagiar que me encontraría a mis amigas las tortugas en aquel maravilloso lugar tan lejos de mi hogar. Todos fliparon con las tortugas que trataban de sobrevivir entre hordas de peces gigantescos. Había muchas, muchisimas. Animados por su belleza, Razi intento acariciar una. Grave error. Pues nuestra amiga tortuga se lanzo a degüello a por su dedo y apunto estuvo de arrancarselo....Bueno, apunto estuvo de morderlo^^. El caso es que nadie intento acariciarlas de nuevo y mantuvieron las distancias. Bordeando el lago abandonamos el parque de Ueno, rumbo a nuestro último destino de aquel magnifico día. La Universidad de la Todai. Donde los recuerdos volverían a inundarme y mi amor por este país se haría aun mas fuerte. Pero esa, esa es otra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario