sábado, 20 de noviembre de 2010

Hospitalidad impagable


Bueno, tal y como anuncie varias entradas atras, acompañadme en nuestra ultima aventura de nuestro día Odaibero. Como sabéis, este día tuvimos de todo, primero un paseo por la hermosa Odaiba y su playa, luego una intensa jornada de otakuismo en el festival del comic, y por último una visita al Sega Polis donde disfrutamos de las atracciones mas espectaculares. Tras esta agotadora jornada regresamos rapidos y raudos a nuestro barrio, Akihabara, porque teníamos una cita con un personaje único, sin cuya presencia nuestro viaje no habría sido tan maravilloso ni tan excepcionalmente único como fue. Me refiero a Julian, nuestro anfitrión en la excursión a Motoyawata y sus Hanabi. Pero antes de hablar de él día de hoy, porque no un pequeño resumen de los sucesos que acontecieron aquel día.


Aquel día fuimos invitados por Julian y su esposa para presenciar los fuegos artificales de Agosto de su ciudad, Motoyawata. Como ya comente en aquella entrada, ver los fuegos artificiales junto al río, rodeados de aquella atmósfera única y todos juntos bebiendo y comiendo juntos fue algo inolvidable y maravilloso. Ya solo por estos le debíamos gratitud eterna, pero es que encima mas tarde nos busco un Izakaya donde poder beber y disfrutar de una noche única rodeada de nippones. Para acabar el día, debido a un desafortunado percance que nos hizo perder el último tren, nos acogió en su casa y posteriormente nos guió hasta la estación para coger el primer tren del siguiente día. En fin, que él y su esposa se portaron tremendamente bien con nosotros y aquello despertó en nosotros, o al menos en mí, una deuda de gratitud eterna.


Pues bien, aquel día habíamos quedado con Julian para cenar juntos, charlar y de paso despedirnos, ya que en unos días partiríamos de regreso a España. Fuimos poco previsores, ya que queríamos haberle comprado un regalo de agradecimiento a Julian, así que en cuanto le saludamos y en el camino al restaurante, nos metimos en una combini y le compramos la botella de sake mas cara que había en el establecimiento. Lo cierto es que fue un regalo bastante cutre pero supongo que lo importante es el detalle. Además cuando vuelva a Japón espero poder llevarle algún regalo más como agradecimiento. El caso es que nos lo agradeció, siempre con su sonrisa en los labios y nos encaminamos al restaurante.


En este caso, cenamos en uno de nuestro favoritos. Un restaurante de ramen al que día si, día también, acudíamos para degustar su delicioso Ramen, sus gloriosas diosas y sus menús que quitaban el hipo por un precio tirado. Ais...cuanto hecho de menos aquel restaurante. Pero no entremos en comidas todavía, que como digo siempre, algún día os haré un especial para cuando vayais a Tokyo sepáis donde y que se puede comer. El caso es que disfrutamos de una cena distendida y agradable entre todos, nos echamos unas risas y degustamos aquella maravillosa comida.


Finalmente salimos al exterior donde Razi grabo un vídeo en el que se recogen nuestras experiencias vividas en el viaje, un montón de tonterías, y donde también aprovechamos para agradecer a Razi y Julian que hicieran de nuestra estancia en aquellas tierras algo maravilloso. Podéis ver el vídeo en el blog de cualquiera de los dos. Por último nos despedimos entre choques de manos y promesas de volvernos a ver algún día. Ojala sea cierto, porque significara que estaré en japón de nuevo. Quería aprovechar esta corta historieta para agradecer aquí públicamente de nuevo la cortesía a Julian y su esposa, de paso felicitarles por su hermosa y reciente boda^^ una vez más y mandarles un abrazo desde estas tierras tan lejanas de mi parte y de todos mis compañeros de viaje. Algún día quizás volvamos a vernos. Pero esa, esa es otra historia.

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