martes, 9 de noviembre de 2010
Un día como cualquier otro
Cierro ojos e intento escuchar algo. Solo silencio, un tranquilo silencio de medianoche. Abro los ojos, una pantalla parpadeante, una mesa atiborrada de tarjetitas de kanji y cuadernos de veterinaria. Levanto los ojos y las luces de Zaragoza brillan alumbrando una oscuridad cada vez mas profunda. La ciudad duerme, y la que no lo hace pronto se dirigía a acostarse. Un nuevo día nace en el calendario, un nuevo día como cualquier otro. Miro a mi alrededor, pero nada se mueve en mi morada, todos duermen. Ni siquiera los gatos se percatan del nuevo día de llegar. Trago saliba y retengo en un puño los recuerdos. Es hora de dormir.
Abro los ojos. Nada ha cambiado. El silencio de nuevo lo envuelve todo. Me levanto medio dormido y enciendo la pantalla del ordenador. Odio el sonido del despertador de mi móvil, sin embargo lo pongo todas las mañanas. Pero hoy...hoy aun no ha sonado. El agua cae por mi cuerpo, una ducha refrescante que acompaña cada despertar. Un poco colonia y unas rociadas de desodorante. Es hora de vestirse. Elijo con cuidado la ropa, me pongo las zapatillas de siempre y cojo mi cartera. Hoy no pasare por cada hasta que se oculte el sol. En mi casa solo esta en pie mis gatos. Les doy un poco de jamón y los acaricio con cariño. A veces son los únicos que me alegran las mañanas. Cojo unas galletas y en silencio cierra las puertas. Un día comienza.
La universidad esta convulsa, son las 9 y las clases comienzan para todos. Yo, yo simplemente me dirijo lentamente a la biblioteca. Me siento, me acomodo, miro la desolación que recubre sus mesas, hoy solo hay dos o tres estudiantes madrugadores. Bajo la mirada y abro el primer cuaderno. Mi mente ansia conocimiento, ahora esta al 100% y hay que aprovecharlo.
Levanto la mirada, solo han pasado unas horas...y aun queda mucho tiempo hasta las practicas. Bajo la mirada, la mañana va a ser muy larga.
Me levanto aliviado de que haya llegado la hora. Aun no me cruzado con nadie conocido, no tan conocido como para dirigirle unas palabras al menos. Entro en la sala de necropsias y el olor a formol y muerte inunda mis fosas nasales. Al poco tiempo desaparece...Me calzo las botas y me pongo la bata. Cojo un papel y me adentro en la sala de necropsias. Hoy hay poco que ver.
Tras 30 minutos abandono tan lúgubre lugar, una aburrida explicación y varios animales irreconocibles que van al crematorio. Un día mas en un lugar de muerte. Si alguna vez muero, intentare que no me hagan una necropsia...es...horriblemente brutal.
Compro un bocadillo en el bar. Esta rebosante de vida y comensales. Hoy va a ser especial le digo al camarero de siempre, ponme uno vegetal. Lo cojo con decisión y me salgo afuera. Hoy hace frió así que habrá que comer rápido. Me siento y oigo el viento, los pajaros, siento el fluir del nuevo día. Como, bebo y termino. Es hora de volver a la biblioteca. El reloj marca las tres menos diez. El sueño me embarga, me muevo perezoso y voy por un cafe. Lo bebo lentamente, no porque este caliente, sino porque su sabor dulzón me recuerda que aun estoy despierto.
Saludos, felicitaciones y algún chiste malo sobre mis arrugas. Comienza la primera clase y hoy prometen ser aburridas. El tiempo pasa tan despacio cuando quiere y tan deprisa cuando no quieres...Las clases acaban, sonrió, me despido y paseo por la facultad. Hoy no me apetece estar con nadie ni con nada, hoy me apetece pensar, sentir, estar en soledad. Cuando me quedó solo...me lamento de estarlo. Cojo la moto y arranco. Es hora del siguiente compromiso del día.
Llego de los primeros, saludo y agradezco las pocas felicitaciones. Como si de un pastor se tratara guió a los españoles y a los japoneses al bar de siempre. Voy mesa por mesa, anoto lo que quieren y se lo pido al camarero que ya me espera con lápiz y papel. Cuando el ultimo refresco esta servido mis rodillas me duelen enormemente. Me derrumbo cansado en una silla e intento practicar sin mucho éxito el japones. Otro jueves más, otra reunión más, otro día menos para practicar.
Es tarde, vuelta al hogar. Llego y ceno en silencio. Felicitaciones, un pequeño obsequio y agradecimientos de nuevo. Me marcho a mi cuarto. Un día mas que ha pasado. Un día mas cualquiera, como si nunca hubiera existido. Cierro los ojos e intento escuchar algo. Solo silencio, solo oscuridad. Suspiro y me digo. Espero que al año que viene se rompa el silencio. Pero esa, esa sera otra historia.
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