sábado, 24 de julio de 2010

Tristeza y felicidad


La vida juega con nuestro camino, lo tergiversa, lo cambia y lo entrecruza con otros de forma sorprendente. Muchas veces parece que es hasta cruel, jugando con nosotros como si de marionetas se tratara, jugando con nosotros para después arrojarnos como un trapo usado contra las rocas de la realidad. La vida nos llena de ilusiones, que muchas veces acaban en fracasos reales. La vida es así de caprichosa. La vida tiene un gran y terrible sentido del humor.


Todo esto no viene a colación de ninguna reciente vivencia personal. La vida transcurre sin altibajos y sin nada reseñable que contar, como ocurre casi siempre durante las vacaciones..Es cuando llega la actividad estudiantil cuando se te amontonan o mas bien hacemos que se nos amontonen. Todo esto viene por dos historias completamente diferentes que les han ocurrido a dos amigos mios. Ambas con un nexo sorprendente en común, que yo las he seguido casi en primera linea de fuego.


Como todas las cosas importantes de este vida, o casi todas, tiene que ver con el amor. Y es que el amor, como bien sabéis, es capaz de lo mejor y lo peor. El amor son los hilos con los que el destino nos maneja cual marionetas rotas. Las dos historias involucran a dos conocidos mios. El primero de ellos, tras muchos sacrificios, esfuerzos y devaneos mentales parece que ha logrado su objetivo. Tras muchos e infructuosos intentos y cientos y cientos de sorprendentes desventuras ha encontrado algo de amor en este largo caminar. La verdad es que me siento muy contento por su logro, y estoy completamente convencido que es un merecido premio o bendición por su gran sacrificio y su lucha constante contra el destino y las adversidades. No negare tampoco la bondadosa envidia que me recorrió cuando leí la noticia, no sin de inmediato sentir una inmensa alegría por su inmensa felicidad.


Mi segundo conocido no ha tenido una semana tan sentimentalmente venturosa, es más, ha conocido las mieles del fracaso, los sinsabores del desamor. Haciendo caso de sus sentimientos y sabiendo de los riesgos que corría, decidió declararse a una conocida común. Un gran alarde de valor, una gran gesta de la que todos tenemos que tomar ejemplo. Declararse a alguien, por muy seguro que lo tengas, no es para nada fácil. Y he de decir que las circunstancias en las que eligió mi amigo hacerlo, si bien no son las peores, tampoco fueron muy afortunadas. Pero bueno, al final supongo habría resultado igual. El caso es que fracaso, y aunque ganó una amistad, la última vez que lo vi note y me hizo saber su abatimiento, su tristeza y su doloroso pesar. De algún modo me sentí identificado con su dolor e intente animarle con vanas esperanzas de futuro. No creo que lo lograra la verdad, pero espero que con los días que pasen pueda superar con sensatez este trágico desenlace.


Hoy me levantado y me sorprendido de la cruel moraleja. Por un lado el triunfo, los sabores, el placer de la fortuna y por otro las sombras del miedo, la tristeza y el dolor de la soledad. La verdad, no se hacía donde mirar en este momento, ya que yo me encuentro en tierra de nadie no estoy en la posición mas afortunada para animar a uno o felicitar al otro. Solo puedo sentarme y esperar que el tiempo pase, esperar que las cosas acaben cambiando y que muy pronto mi amigo encuentre una nueva ilusión, más bien que todos encontremos una nueva ilusión.


Que caprichosa es la vida, mezclando caminos, enseñándonos tristes lecciones que antes o después todos acabamos aprendiendo. Pero si las cosas no fueran tan sorprendentes, al final la vida acabaría siendo demasiado aburrida. Aun queda mucho camino y los papeles se intercambiaran con el tiempo. Pero esa es otra historia.

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