domingo, 10 de octubre de 2010

Yokohama 5ªParte: El camino bajo el sol


Tras la inolvidable foto que nos hicimos con todos los edificios mas emblemáticos del puerto de Yokohama como fondo de imagen, nos encaminamos hacía el barrio chino, nuestra siguiente parada en esta maravillosa ciudad. Como estábamos al lado de las lonjas de pescado reconvertidas en centro comercial, decidimos pasar por una pequeña plaza que separaba ambas lonjas para ver las atracciones que habían colocado allí. No se si fue muy buena idea.


En primer lugar nos encontramos con una playa artificial atiborrada de niños que jugaban felizmente entre modestas atracciones y kilos de arena. Recuerdo que todos nos sentimos un poco incómodos viendo a los niños, parecíamos un montón de pervertidos viendo con lujuriosas miradas a un montón de niños nippones. Lo cierto, es que sin ser unos malditos pervertidos, hay que reconocer que los niños orientales son muy adorables, en el sentido tierno y carente de sexualidad de la palabra. Supongo que ellos opinaran lo mismo de los niños occidentales. No se quien aventuroso compañero, probo a oler la arena artificial y realmente olía a...harina. Era como el olor que te inunda cuando entras en una panadería cuando elaboran el pan. No se si en Japón le echan harina a la arena...pero era bastante curioso.


Tras el parque de arena, nuestra reputación cayó e picado cuando nos dimos de bruces con una pequeña piscina atiborrada hasta los topes por decenas de niños en bañador chapoteando ante la intensa mirada de sus padres. Pobres niños...pegándose por un hueco en la piscina. El caso es que comencé a andar rápidamente cuando vi a algunos de mis compañeros haciendo fotos a la estampa en general. Fue uno de esos momentos en los que creía que nos iban a deportar, pero no, nos tienen demasiado miedo como para impedir que fotografiemos a sus hijos en bañador...Es broma, no eran fotos con malicia, la verdad es que era curiosa la estampa de tantos niños apelotanados en una piscina junto al mar.


La etapa pervertida acabó y emprendimos un agradable camino por un paseo por un pequeño parque desde el que podíamos ir viendo los diferentes edificios de Yokohama. El camino era muy agradable, y es que Yokohama tiene eso, que esta llena de miles de rincones ultragradables donde uno puede ir tranquilamente a pasear y observar todo lo que le rodea con admiración. Cruzamos un puente bastante bonito de hierro y llegamos finalmente de nuevo al LandMark. Aquí es donde comimos, como conté hace...dos entradas^^. Mientras observaba la ría? con un amigo nos fijamos en un extraño bulto alargado que estaba varado en la orilla bajo un puente. Nos miramos y llegamos a la conclusión inequívoca de que se trataba de un pobre desgraciado que habría caído al agua y habría muerto por culpa de las demoniacas medusas.


Tras comer, nos encaminamos bajo e intenso sol hacía el barrio chino. No debían ser mas de 2 o 3 kilómetros, pero a mi se me hicieron interminables. Acabábamos de comer, tenia sueño, me dolía todo el cuerpo (ya empezaba a notarse el cansancio del viaje) y el sol imponente me hacía sudar de nuevo como un maldito cerdo. No me gusto nada aquella pateada y cuando llegue al barrio chino estaba completamente destrozado y machacado. Pero antes de adentrarnos en él contar una anécdota, en ese largo caminar hacía el barrio chino nos cruzamos con algo que no habíamos visto hasta entonces y que si lo habíamos visto no nos habíamos percatado. Vimos un...policia...Si, cierto, lo vimos^^ con nuestros ojos. Iba en bici. En Japón los policías imponen respeto pero son amables y cordiales. Dan ganas de darles un abrazo cuando te resuelven una duda o un problema. Pero no lo hagáis que os deportan.^^ En la siguiente entrada hablare del Barrio Chino y del Estadio de Béisbol de Yokohama. Pero esa...esa es otra historia.

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