miércoles, 6 de octubre de 2010

Yokohama 2ªParte: Unas vistas inolvidables


En el anterior capítulo nos disponíamos a subir al mirador que se encuentra en el piso mas alto del edificio Landmark. El grupo subía unas pequeñas escalerillas mecánicas que nos llevaban hasta unas pequeñas taquillas junto a una maquina expendedora de billetes. Yo compre el billete en la maquina y me adelante al resto del grupo atravesando un hall adornado con imagenes del edificio y publicidad de diferentes empresas y comercios locales. Al final del hall una azafata nos dijo amablemente que esperáramos allí por favor. Traduje el mensaje y esperamos apenas unos instantes que tardo el ascensor en llegar y el grupo de hispanos entramos a tropel pegandonos los unos a los otros y armando el típico jaleo de una horda de extranjeros salvajes metidos en un espacio cerrado y estrecho.


La pobre ascensorista sonrió timidamente horrorizada ante la horda de gaijin que la había rodeado. Resulta que el ascensor de este edificio es uno de los mas rápidos que existen, o al menos es el mas rápido en el que yo me he montado. Y si levantabas la vista podías ver una barrita que además de marcarte en que pisos estas, marcaba le velocidad que va cogiendo el ascensor en su vertiginoso ascenso a la cumbre. La velocidad era impresionante y hacía que un pequeño cosquilleo te subiera por las piernas cuando el ascensor alcanzaba su velocidad máxima. Los españoles sacaron sus cámaras y grabaron la escena mientras gritábamos como locos como si de una montaña rusa se tratara. La ascensorista se lo tomo con bastante calma y sonrió timidamente ante esa horda de incontrolados gaijin. Fue divertido, pero más divertido fue en la bajada, situación que narrare en la siguiente entrada.


Como ya comente en la entrada anterior, no esperaba nada nuevo de esta visita al mirador. Al fin y al cabo ya había estado en dos los días anteriores y si bien me habían dejado un gran sabor de boca, habían colmado mi necesidad de hermosas vistas desde las alturas suficientemente. Por ello esperaba que no estuviéramos mucho rato, hacer algunas fotos y bajar rápido para seguir descubriendo la ciudad. Que maldito ignorante es el ser humano. Cree que lo ha visto todo, cree que lo sabe todo, que ya nada puede sorprenderle y de repente se da de bruces con su ignorancia, sus ojos se abren como platos y la vida le gana por k.o técnico de un solo golpe. Yo nunca mas volveré a pecar de lo mismo. Al abrirse las puertas de tan rápido ascensor me di cuenta de cuan mezquino e ignorante era. Me di cuenta de que a veces mi inteligencia gozaba de un inmerecido orgullo. Voy a intentar cerrar los ojos y narraros lo que vi, pero sin duda mi descripción no hará mucha justicia a la realidad, así que me centrare mas en lo que yo sentí, un sentimiento nuevo e increíble que siempre vuelve a despertar cuando recuerdo este bello enclave.


Las puertas se abrieron lentamente, o al menos a mi así me lo pareció. De repente la luz del sol me alumbro, sin cegarme, solo rodeandome dulce y suavemente. Ante mi, un azul inmenso, un azul intenso y espectacular. Un azul tan puro y maravilloso que mi paso se volvió lento y torpe, mis sentidos se embotaron y mi boca soltó un quejido de incredulidad. El inmenso Océano Pacifico golpeo mis sentidos con su intensa coloridad dejandome sin sentido por unos instantes. Me sentí empequeñecido, me sentí muy pequeño al ver el inmenso mar, bello e infinito. El ventanal, daba al puerto mercantil de Yokohama. Pero no piensen en barcos viejos y cochambrosos llenos de mugre. Imaginen el intenso azul de un océano atrapado por las pequeñas plataformas del puerto, donde se erigían inmensas grúas y espectaculares hangares. El puerto parecía fundirse con el océano, como si fueran uno, como si la calma, el equilibrio y la tranquilidad de la civilización hubiera doblegado al inmenso Dios Poseidon. Y aquel intenso azul...aquel maravilloso color azul. Un azul que aun inunda mi mente en cuanto cierro los ojos.


Mi memoria es efímera, pero si puedo asegurar que aquella es una de las estampas mas maravillosas y hermosas que han visto mis ojos. Una estampa que me lleno de gratitud a Dios por haber creado algo así, de gratitud y felicidad plena. No soy amante del arte, pero ya se lo que sienten los que aman estas bellas artes. Por primera vez era consciente de que aquello que estaba viendo era...realmente hermoso. Simple y llanamente hermoso. No recuerdo mucho de mis pasos por aquel mirador. Se que fui deambulando por los cuatro ventanales del edificio haciendo fotos como un zombi. En mi camino, recuerdo haberme cruzado con Razi. Me entraron ganas de abrazarle, de agradecerle como fuera el habernos llevado a un lugar como aquel, tan hermoso e increíblemente maravilloso. Recuerdo que le balbuci algo, un gracias o un esto es realmente increíble Razi, gracias por traernos aquí. Fue una visita maravillosa, inolvidable, única. Algún día les mostrare a mis mas allegado a aquellas vistas, pues deben ser vistas por todos al menos una vez en la vida. Yo, seguro que volveré, algún día.


Además de las impresionantes vistas, para quien tenia tiempo, había un bar con bebidas ultra caras, un hombre que hacía caricaturas y como no, una tienda de recuerdos. Parece ser que la azotea era un enclave para enamorados, pues además de estar lleno de peceras con formas de corazón, había un escultura de un corazón en uno de los patios del mirador. Sería un bello lugar para llevar a quien quieres...sin duda lo es. Quizás algún día....Pero esa...esa vuelve a ser otra historia.

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