lunes, 18 de julio de 2011

El día antes de la tormenta


Ayer me propuse pensar. Así que mientras guiaba a mis compañeros como un autómata por las calles de Tokyo, no pare de darle vueltas a las cosas, siempre con la música atronando en mis oídos sin parar. Tras una hora de metro, mi cabeza esta sumida en una profunda tormenta de pensamientos negativos. Estaba claro que había fracasado y por ello no paraba de preguntarme: ¿Y ahora que? ¿Ahora que hago?

Decaído y con el semblante oscurecido caminé entre las tiendas del templo de Asakusa, con la mirada oculta tras una gorra y el semblante torcido. Ayer no hacía mucho calor, parece que se aproxima un gran tifón y eso ha hecho que las temperaturas disminuyan. Así que podías andar agusto por Tokyo disfrutando del paisaje que te rodeaba. Aunque a mí todo me parecía marchito y caduco, tenía la terrible y certeza sensación de que aquella sería la última vez que recorrería aquellas calles. Tenía el presentimiento dentro de mi corazón de que muy probablemente aquel fuera mi último viaje, el viaje final.

Cuando llegamos al centro del templo, guié a mis compañeros hasta el lugar donde se probaba tu suerte sacando unos palillos. Allí les anime a gastar 100 yenes para saber cual era su suerte. El primero la tuvo mala, el segundo regular y finalmente fui yo el que se animo a sacar un palillo. Para mi sorpresa mi suerte fue muy buena. ¿Acaso el destino se estaba volviendo a reír de mi? ¿Acaso no le bastaba con noquearme una y otra vez? ¿No le bastaba con romper mis sueños en pedazos y escupirmelos a la cara? Encima venia a reírse de mi. Guarde el papel con mi suerte en la mochila y ahora mosqueado mas que deprimido continué con la andada de rigor.

Cuando llegue a casa, el destino, me recordó con un pequeño hecho que ciertamente, solo pretendía reírse de mi. Hablando con una amigo me dio una noticia negativa, que reducía mis posibilidades a...cero. Otra vía de escape, otro posible camino para seguir luchando por mis sueños que se cerraba. Esta vez por mi inoperancia, por no hacer nada, por no coger las oportunidades cuando se me presentaban. Esta vez no ha sido el tren el que ha partido sin mi, he sido yo el que lo he dejado marchar.

Anoche, por Nerima, sumida en la oscuridad propiciada por el ahorro de energía nacional, caminé con el corazón oscurecido y el alma perdida en la tristeza. Anoche, entre oscuros callejones y pintorescas casas, ese ambiente tan japones que tanto amo, no podía dejar de llorar, maldecir y lamentarme de mi maldita suerte. Finalmente, levante la vista y la fije en las casitas que me rodeaban. Cuanto había luchado por llegar hasta allí, cuanto había luchado porque poder pasear por aquellas casitas. Tanto había luchado...y ahora todo parecía en balde. Ahora mi sueño, agonizaba.

Mientras oia las carcajadas del destino en mis oídos, me preguntaba una y otra vez que hacer. Lo cierto es, que no lo se. ¿Me rindo? No tengo ganas de seguir esforzándome...no ahora que no haya ninguna posibilidad de éxito. No ahora que mi sueño esta hecho trizas a mis pies, no ahora en la era mas oscura de este, mis hitoria. La oscuridad me rodea y no se que hacer. No quiero volver a lo que tenía antes, no quiero un futuro en un lugar que no considero mi hogar. No quiero renunciar a mi sueño. No me veo capaz de vivir renunciando a las cosas que amo. Se aproxima un Tifón a Tokyo, uno de los mas fuertes de los últimos años, y yo me pregunto...si no sera una señal del destino. Quizás no se conforma y quiere arrebatarme algo que aun no me ha quitado... No estará, de nuevo, riéndose de mi...Solo veo oscuridad.

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