Tras abandonar la sombra de los arboles del parque Yoyogi y despedirnos de los curiosos bailarines Nippones. Nuestros pasos nos llevaron por amplias aceras atravesadas por coches, pasamos al lado de un extraño e inmenso edificio que era una especie de centro deportivo, o eso presupuse por el ambiente y lo que dejaba entrever. En Japón los centros deportivos municipales deben ser así de inmensos...No se^^. El caso es que dejamos atrás el edificio y llegamos a una especie de plaza peatonal donde se agrupaban multitud de puestos callejeros donde afanosos cocineros preparaban sus delicadas delicatesen.
Tras un breve paseo por ellos nuestros estómagos comenzaron a rugir y mis papilas gustativas comenzaron a quejarse del hambre que tenían. Como mi memoria es de pez, la mayoría de los nombres de los alimentos expuestos se me han olvidado. Pero por citar algunos de los mas apetitosos se encontraban unos ricos espaguetis con a saber que ingredientes que tenian toda buena pinta. También había toriyakis, que son unas especies de brochetas de pollo muy ricas y sabrosas. Y por último lo que nos compramos nosotros, unos Okonomiyakis.
Los Okonomiyakis resultaron ser una especie de...tortitas de queso. Algo así. Animados por la recomendación de Razi todos nos cogimos una para probarlos. El tendero se puso todo contento viendo como todas sus existencias eran devoradas por un grupo de gaijin hambrientos. A Razi a mi, no solo nos dio un Okonomiyaki, sino que nos dio uno y medio, todo porque los nuestros llevaban mas rato hechos y no estaban blanditos como los otros. ^^ Que felicidad, mas comida al mismo precio. A la tortita de queso, le echaban encima mayonesa y un montón de cosas que aun no se que demonios eran. Estaba bueno, pero tampoco es una de las cosas que mas me gusto de la comida japonesa. Aunque de eso igual hago algún día una entrada especial al respecto.
Recuerdo que a esas alturas estaba medio k.o. Al sueño que llevaba encima se le sumaba la digestion de mi rica comida, con lo cual iba dando bandazos entre la multitud. Pasamos por una tienda de deportes y comprobe el precio de las camisetas, pero allí también estaban tremendamente caras. Así que desisti de comprar una por este viaje. Quizás en un futuro futurible. Finalmente, nuestros pasos nos llevaron a nuestra siguiente parada. Takeshita Street. O en cristiano, la calle del Bambu Bajo (traducción personal^^). ¿Que tiene de especial esta maldita calle? Pues es una calle pequeña y estrecha, con puestos de ropa y complementos a los lados. A mi las tiendas me recordaban mucho a las tipicas tiendas playeras con parte de sus objetos expuestos en el exterior de las mismas. Hasta aqui no tiene nada que no tenga cualquier calle normal. El problema es que la calle es muy muy popular y esto provoca que sean miles las personas que la pueblan, atiborran y ocupan las 8 horas laborables. Es decir, que aparte de ser pequeña, la calle esta repleta por miles y miles de nippones y gaijin compradores.
Yo cuando la vi por primera vez y supe que debíamos atravesarla casi me da un frus. Yo no soy muy comprador e ir de comprar me agobia mucho. Así que aquello era el maldito infierno para alguien como yo. Como mi sueño amenazaba con acabar conmigo y visto la faena que tenía ante mi, huí a la combini mas cercana y me compre un cafelate fresquito. Estaba muy rico por cierto, y no seria el último que me compraria en el viaje. Con mi bebida secreta y todo el valor del mundo me introduje en aquel infierno de gente. Recorri la mayoria de la calle con unos compañeros, que disfrutaron como niños mirando todas las tiendas y comprando locamente. Yo les acompañe al principio e incluso me compre un sombrero, que necesitaba comprarme (calvicie o yeah^^), pero al rato el sueño y el cansancio hizo que los abandonara y me hiciera paso por la marea humana que me rodeaba hacía el final de la calle. Resulto ser bastante larga y allí había ropa de todo tipo y condición. Resaltar una tienda de...¿Lolitas? No se todo era muy rosa y lleno de flecos y había tres niñas supermonas en la puerta con una micrófono, subidas en tres estrados, para sobresalir entre la multitud, gritando con sus voces dulces para que todas las ¿Lolitas? compradoras pasaran por su tienda. Algo...espectacular... Si no hubiera estado rodeado por una marea humana imparable les habría hecho una foto. La próxima vez.
Finalmente llegué solo al final de la calle. Allí encontré a la mayoría de mis compañeros destrozados, esperando a los que faltábamos por llegar. Razi fue a buscar al resto y yo encontré la cosa mas maravillosa que había visto en todo el día (bueno quizás la nippona que bailaba en el parque Yoyogi era mas maravillosa, pero en otro sentido^^), algo que en Japón escasea y que estaba milagrosamente vació. ¡Un Banco!. Siiiiii, un maldito banco. Lágrimas me recorrieron las mejillas cuando mis posaderas descansaron finalmente en él. La verdad es que era un banco cochambroso que parecía que se iba a venir abajo en cuanto me sentara. Estaba pintado de muchos colores y su estructura era mas que precaria. Pero aguanto mi peso y me hizo feliz^^.
Nuestros compañeros fueron rescatados al fin de la calle con mas densidad humana de Tokyo y pronto tuve que decir adiós entre lágrimas a mi querido banco. Algún día volveré a Takeshita y la veré mejor y con mas tiempo, y si aun esta en pie, volveré a mi amado banco para hacerle una visita y agradecerle que me diera un pequeño descanso en aquel día que estaba tan agotado y exhausto. Pero pobre de mí, aquel día las caminatas no habían terminado aun. Nuestra próxima parada, Shibuya. Pero esa es otra historia.
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