Hoy iba a escribiros una entrada continuando mis aventuras y desventuras por Japón. Pero han pasado unas cosas hoy en mi monótono día que quizás sean mas curiosas. O quizás mas actuales que eso de volver al pasado al final acaba pasandonos factura. Al menos a mi me acaba de pasar factura. Y lo noto cada día que pasa. Noto el peso del pasado sobre mis hombros, veo su rostro mirándome fijamente y riéndose de mí. Oigo viejos ecos y cuando dirijo la mirada hacía su origen solo veo sombras y quietud. Voces e imagenes del pasado que me asaltan, viejos recorridos por la memoria.
Hoy estaba en la biblioteca, tengo un examen el Jueves, de Farma. Si, la asignatura que no aprobé en Junio y que tanto me hizo hundirme en la miseria...Parece que apenas ha pasado el tiempo. Parece que fue ayer cuando hice ese examen. Sabéis, a veces pienso que podía haberlo aprobado, aquel día estaba muy nervioso y no se porque. Creo que si hubiera pensado un poco mas en las preguntas, hubiera respirado y tomado con mas calma podría haberlo aprobado. Pero bueno eso es agua pasada. La cosa es que ahora estoy estudiando de nuevo lo mismo que estudie hace unos meses.
Para bien o para mal recordare para siempre ese examen, pues el día antes del mismo, me pasaron muchas cosas que cambiaran mi vida y mi futuro para siempre. El mismo día del examen cambiarían mi vida para siempre. Algún día contare la historia...con detalles, pero creo que ahora no es el momento aun. Volvamos a mi biblioteca. Estaba en la biblioteca estudiando tranquilamente, una vez mas en soledad, cuando de repente la música del ipod se termino.
La lista de reproducción llegó al final y yo no si quiere me di cuenta. Para mi seguía sonando la música, los acordes de Mozart continuaban en silencio retumbando en mi cabeza. Quizás estaba tan concentrado en los estudios que no me di cuenta. Y cuando me percate, me quede mirando con extrañeza el ipod y me sorprendí al ver el aparato apagado. Aturdido me perdí en los pensamientos, sentí como mi imagen se diluía y como los recuerdos agolpados en mi cabeza se desbordaban por mi consciencia.
No se muy bien como me encontré andando por las calles de Akihabara. Sentía el calor en mi piel, sofocandome, el sol imperecedero chamuscandome. Ande unos pasos y me sorprendí al ver la típica acera japonesa reflejando mi sombra. Por unos instantes me sentí de nuevo como si estuviera allí. Pero aquello, aquello era imposible. Volví a ser consciente de mi mismo, mire mis brazos, sentí el frió del aire acondicionado, me frote las manos y mire el reloj. Había sido tan real...
Mis recuerdos me asaltan cuando menos me lo espero. Tardo unos minutos en recuperarme y volver a centrarme. Aunque a veces pienso que son una bendición...Algún día dejare de tener esos recuerdos...Pero esa, esa es otra historia.
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