jueves, 11 de agosto de 2011

Los Huerfanos del Tsunami


El tiempo en Japón esta apunto de terminar y una vez tras otra me vienen a la cabeza imagenes del país al que voy a regresar. Ese país que me ha visto nacer y gracias a cuya cultura, educación y valores soy lo que soy hoy en día. Cuantas tonterías puede uno decir en una sola frase verdad. Cada día que mas lejos de mi país siento mas y mas animadversión hacía él. No siento nostalgia, ni pesar ni deseo alguno de volver. Cada día que paso aquí me siento menos español, me siento menos de donde soy, cada día que paso aquí no puedo dejar de sentir rechazo y mas rechazo por el país que me ha visto crecer, por el mundo en el que me crié, por la educación que se me brindo desde sus instituciones publicas y sus falsos estandartes morales.

Claro que es fácil criticar desde la distancia, claro que uno debe ser ante todo agradecido con las cosas que se le han brindado, y lo estoy. No soy antiespañolista, España tiene muchisimas cosas buenas, una historia larga y grandes hombres que se han hecho que uno pueda sentirse sobradamente orgulloso de ser español. Aun tiene grandes hombres, aun tiene algunos valores por los que merece la pena luchar, España es un país que merece la pena y de verdad que animo a todos los que la aman a seguir luchando por algo que creo que puede ser importante. Pero yo, lo siento mucho, estoy hace mucho tiempo fuera de juego. No quiero luchar por los parásitos que corroen las entrañas de la nación, no quiero hacer de mi bandera la picaresca y la pillería que tanto gusta en televisión. No quiero que todo sea puesta en escena y espectáculo vació como ofrecen las televisiones. No quiero que intenten manipularme de un lado, ni del otro. No quiero sonreír las gracias de ningún necio que llegue a su cargo por ser mas pillo que nadie, mas sucio o mas mezquino. En España hoy no triunfa quien se lo merece, sino quien se aprovecha de los mejores. España esta enferma, y yo no se como sanarla. Así que me voy, es algo que tengo decidido hace mucho tiempo.

Hoy estaba viendo la televisión. Un programa sobre un Matsuri (festival del verano) que se celebra en estos días en la prefectura de Fukushima. Supongo que no tengo que añadir mucho mas para que sepáis un poco de que iba el programa. Un hombre era el principal protagonista, había perdido a su familia durante la tragedia. Ahora vivía solo, en una casa prefabricada. Con lágrimas en los ojos, el buen hombre nos mostraba fotos de su hijo en el festival del verano, nos mostraba donde había estado su casa antes de que todo se perdiera...Nos mostraba el coche donde habían encontrado los cuerpos de su familia. No le he entendido todo lo que ha dicho, pero básicamente comentaba emocionado que al final en la vida, lo mas importante es la familia. Podías perderlo todo, pero perder a tu familia...era el trance mas doloroso que cualquiera puede soportar. El Matsuri, se ha celebrado este año también. En él, hombres a caballo, vestidos con armaduras antiguas, cabalgan con los estandartes de sus clanes hondeando al viento radiactivo por calles desoladas salpicadas por barcos arrastrados por la fuerza del desastre.

Cuando he terminado de cenar me he sentado y he encendió el ordenador. He echado un ojos a las noticias del twiter. Lo de siempre, lo mismo de siempre. Revueltas vacías en la calles, políticos que incumplen sus promesas, hombres ricos que con razón o sin ella proclaman una huelga. A la memoria me han venido los meses en que en las noticias españolas, divulgadoras del miedo, la ira y el desprecio, autenticas prolongaciones del trono oscuro del Dios del mal, lanzaban proclamas a los cuatro vientos de la complicada situación que estaba viviendo Japón. Aquellos días fueron una autentica pesadilla, una autentica agonia. Y ahora que...Ahora solo hay silencio. Ahora los periodistas vuelven a mirar el ombligo, la gente sigue pidiendo un trabajo en las calles y España continua a paso lento pero seguro, pudriéndose poco a poco. Pero nadie parece darse cuenta, nadie parece lanzar las alarmas, nadie parece dispuesto a hacer algo. Simplemente todo sigue, pudriéndose mas y mas, hasta que llegue un día en que el olor a pobredumbre sea insoportable y entonces...Entonces solo tendremos que recoger el cadáver y poner rumbo a otra parte.

Japón tiene cosas malas y cosas buenas. España tiene cosas buenas y cosas malas. Pero mientras en Japón la gente lucha y trabaja por salir adelante, mientras aquí la gente esta concienciada y acostumbrada a luchar contra la adversidad, mientras aquí se habla de honor, esfuerzo, trabajo y solidaridad, pese a las adversidades, pese a las desgracias, pese a todo. Mientras todo eso pasa, en España siguen con su circo de caracoles. Viéndolos correr alrededor de una pista de atletismo, viendo como pueden perjudicar al compañero en vez de colaborar para llegar junto a la meta. España esta llena de odio, picaresca y rencor. Así no se puede vivir, así no se puede salir adelante. No es el lugar en el que uno quiera educar a sus hijos.

Soy lo que soy gracias a mi familia, mis amigos y la cultura que me han dado los libros. Soy lo que soy, en parte, a algunos valores que en España aun se conservan, creo. Afiancemos esos buenos valores, dejemos de matarnos los unos a los otros y empecemos a darnos cuenta que al final, después del desastre, en los momentos mas oscuros, solo nos tenemos los unos a los otros. Si no estamos juntos, no somos nada y nada importa. Ojala los españoles lleguen algún día a darse cuenta de todo esto. Yo me temo que no lo sabré, pues hoy mas que nunca, me siento muy lejos de allí. Volveré a España en unos días, pero no sera el mismo hombre que se fue él que vuelva en esta ocasión. El hombre que se fue no volverá jamás y el que vuelve ahora no lo hace para quedarse.

Hoy, como el año pasado, el anciano protagonista del programa sigue cabalgando, con su caballo y su armadura. Y aunque su familia ya no cabalge a su lado, aunque sus caballos estén muertos, aun tiene a los supervivientes de la tragedia, aun tiene al resto del pueblo japones, que le apoya y le respalda. Aun tiene una razón para vivir y gente que le ayudara. Seguirá mirando adelante con sus amados seres queridos en el corazón. Cabalgando eternamente en mi memoria, como un ejemplo, como una imagen difusa de lo que debería ser un hombre, de lo que debería ser un país. Ojala algún día, yo también pueda celebrar aquí un Matsuri sintiendo que ya estoy en casa, sabiendo que pase lo que pase, jamás estaré solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario