viernes, 5 de agosto de 2011
El punto de no retorno
Caminamos por una senda infinita, nos paramos a mirar atrás y nos vemos impresionados por la cantidad de recuerdos que amenazan con llevarnos por delante si nos descuidamos. Así que mantenemos la mirada al frente y seguimos andando. Algunos lo hacen con presteza, intentando dejar atrás cuanto antes los errores que han cometido en el pasado. Otros lo hacen con lentitud, ya que no quieren dejar atrás a las personas que se fueron, a los amigos que ya no están o a los bonitos recuerdos que vivieron en su juventud. Por último tenemos a algunos que simplemente se quedan quietos, o se les ha acabado el tiempo, o simplemente han renunciado al tiempo que les quedaba. Triste historia la de estos últimos...
Algunos están deseosos de vivir, ansían tanto disponer de mas minutos para poder seguir disfrutando de los pequeños placeres de la vida, y otros renuncian a ellos como si de un trozo de carne ponzoñosa se tratara. La vida siempre es un trozo de carne ponzoñosa, pero aun con todo, apetece comérsela, tiene que apetecernos comerla, como si fuera el manjar mas exquisito que pudiéramos imaginar. Porque hoy, puede que tengamos un trozo de carne sobre nuestra mesa y al día siguiente que ya no este. Muerde con fuerza tu trozo de carne e intenta olvidar ese sabor desagradable que te deja en la boca.
Al final, hasta lo desagradable tiene algunos rescoldos de sabor que te recuerdan al azúcar. Un sabor dulce que de vez en cuando, se te pasa por el paladar. Son por esos sabores, esa infinidad de matices sabrosos dentro de tanta porquería y ponzoñosa carne por los que merece la pena seguir viviendo. Por los que merece la pena seguir adelante. El rostro de tu hijo, su pequeña mano aferrando la tuya por primera vez, aquella partida de cartas con tus amigos, sus risas estridentes rompiendo el silencio nocturno, la mirada de la mujer que amas, sus ojos dulces fijos en los tuyos. El momento en que tu mano y la suya se encontraron, el instante en que vuestros cuerpos se entrelazaron y fueron uno. Son los recuerdos felices de la vida, esos recuerdos por los que merece la pena seguir adelante, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra.
Hay que intentar tener siempre en mente mis palabras, siempre en mente. En los momentos mas oscuros, siempre hay una luz, en las situaciones mas desesperadas siempre hay esperanza. Por muy extraño, remoto e inalcanzable que sea tu sueño, no dejes de luchar por él, pues hay sueños que se cumplen, podéis creerme, yo lo he visto. He visto gente que con tesón, valor y agallas han conseguido que sus sueños se hiciesen realidad. Estos ojos, que son los mios, lo han visto. No es leyenda, no es un cuento trasmitido, es un hecho. Y os puedo asegurar que la única forma de lograrlos, es con esfuerzo, tesón y esperanza.
Miro la vida sentado en un futon. Con un bastón imaginario soportando mi peso y las rodillas doloridas. Demasiado cansado para poder andar, demasiado dolorido para levantarme, carcomido por la nostalgia y sin esperanzas a la vista. Miraría al cielo, intentaría ver de nuevo las estrellas, pero temo que esta vez no podría contemplar su eterno brillo. Me da miedo mirar en el espejo y ver mi rostro demacrado y enfermizo, me da miedo fijarme que mis ojos ya hace tiempo que han perdido su brillo. Así que hago la única cosa que puedo hacer, quedarme sentado, con la mirada clavada en el horizonte, muy, muy quieto. Esperando con ansias que alguien me encuentre, deseando de todo corazón que este no sea mi último asiento, que este no sea el destino que me espera. Hoy contemplo mi pedazo de carne sin sentir nada, lo mastico y lo mastico por pura inercia aunque he dejado de sentir cualquier matiz en mi boca, tanto los buenos, como los malos. Yo simplemente mastico, con la mirada perdida y el corazón endeudado.
Por eso tenéis que hacer caso a mis palabras. Por eso no debéis olvidarlas, pase lo que pase. Siempre hay esperanza, los sueños se cumplen, podemos ser mejores personas y hacer que los demás se sientan mejor a nuestro lado. Podemos. Y esa es la última y gran cualidad del ser humano. Por muy tormentoso que sea el camino, por muy difícil que sea la ascensión, no dejéis de tirar hacía adelante. Y allí, en la meta os esta esperando. Con mi bastón en la mano y la mirada perdida. Intentando recordar, intentando descubrir de nuevo cual es el camino que tengo que seguir, intentando descubrir si queda algún sabor que despierte mis sentidos. Mientras tanto, seguiré sentado, en silencio, repitiendo una y otra vez estas palabras. Intentando que como hace tiempo, vuelvan a tener un sentido para mi.
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