Aunque di por terminadas las excursiones por Japón con la inhumana ascensión del Monte Takao, aun quedan tres aventuras nipponas que todavía no os he contado. Hoy os quiero hablar de uno de los paraísos de los freakes, un lugar donde todo aquel que le guste el Anime o el Manga conocerá una felicidad inaudita. Todos aquellos que os gusta coleccionar muñequitos de vuestra serie favorita, manga o figuras antiguas de Star Wars, nuestra próxima visita es vuestro paraíso en la tierra. Estoy hablando de...Nakano.
La fama del lugar le precedía. Nuestro amigo Razi, cada vez que veíamos algo interesante relacionados con el frekesmo nos decía: "Dejalo en Nakano seguro que esta mas barato". Nosotros nos mirábamos entre molestos e incrédulos, por dejar escapar esa maravilla que teníamos ante nuestros ojos, pero Razi insistía, así que lo dejábamos pasar deseando ir por fin a Nakano. Dio la casualidad, que el día en que nos tocaba ir, yo no pude ir (por motivos que contare) lo cual me sentó como una puñalada en el estomago, después de días y días esperando tan ansiada visita. Esa misma noche, cuando llegué al hotel, observe horrorizado el autentico muro de cajas de muñecos y diversas frekadas que se agolpaban contra la pared. Impresionante. Las cajas ocupaban todo el muro de la habitación. Mis amigos me hablaron de maravillas tiradas de precio y juntos hicimos recuento de cuanto habían contado. Resulto que lo de la pared solo era DE UNO DE ELLOS!!!!. Es decir, cada uno había comprado un muro de muñecos y demás objetos por cabeza. Impresionante.
Así que finalmente, el primer día libre, aunque solo había dormido...3 horas....Me puse en camino hacía Nakano junto a dos Nakamas que querían repetir. Nada mas llegar todo parecía una estación normal y corriente, aunque eso si, muy llena de gente. Anduvimos por una pequeña plaza donde hacían espectáculos ambulantes a algunas horas y llegamos a un pasaje estrecho, un callejón entre altos edificios, todos ellos tiendas de diversa índole y condición. Pachinkos, bazares, ópticas y miles de tiendas diferentes. La suntuosa y colorida promoción de la puerta ya prometía. Sin embargo, no había nada de manga o anime. Recorrí con mis dos Nakamas el callejón y finalmente llegamos al corazón del centro comercial (lo notamos por el aire acondicionado^^). Allí subimos una escalera mecánica y llegamos al paraíso. Tiendas, decenas de tiendas, en una especie de cueva, en la que casi podías perderte y que tenía varios pisos, donde se agolpaban un centenar de tiendas de muñecos, manga, anime, música, libros, relojes (muchos relojes pero muy caros), y todo tipo de objetos. Entre en la primera entienda y me vi rodeado de muñecos de todo tipo y a precios irrisorios. Como a mi no me gustan excesivamente estas cosas, pase a la siguiente entienda y llegué...AL PARAÍSO!!! Se trataba de otra tienda de la Mandarake, concretamente estaba en la sección de Manga, donde en las estanterías se agolpaban miles y miles de Mangas de todas las series y épocas. Feliz como un niño, rebusque en busca de mis mangas favoritas. Mis ojos se abrieron como platos y mi boca comenzó a babear cuando vi que algunos mangas los vendían por....2 malditos euros! Corrompido y poseído por un espíritu maligno comencé a comprar mangas de Bleach, One Piece y Fairy Tail como un maldito poseso. Una dependienta increíblemente bella (o quizás solo fue la emoción del momento) me atendió con una sonrisa increíble que me dejo ya patidifuso del todo. Mi felicidad fue máxima cuando salí de la tienda y vi mi botín. Mis nakamas me sonrieron al verme y por primera vez pude imaginar como se sintieron días atrás cuando ellos visitaron tal magnifico lugar.
Como ya era un poco tarde, comí con mis Nakamas en un restaurante de Sushi, del que hablare en una entrada posterior tal y como prometo siempre. Y con el estomago lleno y con las fuerzas renovadas, me lance de cabeza a una jornada loca de compras, compras y mas compras...sin parar, sin dudar. La mayoría fueron regalos para mis conocidos, pero algunos fueron caprichos para mi^^. Finalmente, salí de la cueva mas feliz que una lombriz y comencé a pasear por el barrio. La verdad, no encontré nada digno de ver, así que sofocado por el calor volví al aire acondicionado y espere allí a mis Nakamas de habitación que iban a venir por la tarde. Cuando llegaron, fue increíble ver como a los 5 minutos ya estaban cargados de bolsas de muñecos. Aquello era el paraíso y tardarían mucho tiempo en volver. Tenian que aprobechar el tiempo y gastar sus últimos yenes.
La jornada acabó con un montón de bolsas en nuestro haber y la felicidad por bandera. Juntos y sonrientes, volvimos al hotel e hicimos recuento de nuestros recién adquiridos tesoros. Recuerdo que vimos una película juntos (Toy Story 3) y nos fuimos a la cama destrozados, sabiendo que el día siguiente sería el último día en Japón. Pero esa, esa es otra historia.
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