viernes, 10 de diciembre de 2010

El Ascenso al Monte Takao


Para finalizar mis entradas sobre mi reciente viaje a Japón (o casi, porque aun me queda contaros una historia y la última excursión que hice por mi cuenta) tengo que hablaros sobre la excursión mas dura y brutal que hicimos en todo el viaje y que desde luego marco profundamente nuestros cuerpos y nuestra alma. Si hasta entonces habíamos sudado como cerdos, aquel día supimos lo que era sudar de verdad, si habíamos acabado molidos, ese día supimos lo que era el cansancio, si habíamos sentido dolor en las excursiones pasadas, ese día vimos el verdadero dolor. Me refiero, como el nombre de la entrada indica^^, a la "Infernal subida al Monte Takao"!!! Preparaos para un relato de dolor, sudor y superación.


Aquel día me levante con el pie cruzado y de mal genio. Me suele pasar a veces, por lo general soy bastante solitario y simplemente tengo algunos días en que no me apetece estar con nadie, simplemente me apetece estar solo y tranquilo y que me no molesten lo mas mínimo. El caso es que ese día me levante con el pie izquierdo. Ya en el viaje de ida estuve gruñendo y fastidiado, así que opte por el silencio para evitar liberar mi tensión injustificada sobre nadie. Afortunadamente, en cuanto salí del tren a la bonita estación de Takao, expulse mis tensiones y funestos pensamientos y salí con una gran sonrisa. Me compre un buen café y un bollo para coger fuerza, y me encamine decidido hacía la aventura de aquel día, que consistía simple y llanamente en ascender el Monte Takao. Algo que no parecía muy difícil, viendo que jóvenes y ancianos se encaminaban alegremente al mismo sitio que nosotros.


Pero nosotros cometimos un error del que nos arrepentiríamos pronto, aunque yo viéndolo desde la lejanía y desde la comodidad de mi sillón, lo recuerdo como una muestra de superación y como una experiencia única que espero no volver a repetir....Al menos intentare no hacerlo, puede que el espíritu masoquista se imponga contra mi razón de nuevo. Pero dejadme que os explique. Cuando llegamos a las faldas del monte, Razi nos ofreció dos opciones, la primera era subir la peor parte en teleferico por el módico precio de 500 yenes, la otra era subir andando por un tortuoso camino, sobre el cual Razi aseguro que iba a ser infernalmente mortal. Para echar mas leña al fuego, aquel era un día especialmente caluroso en Japón, con lo que el calor ya era mortal de por si, sin subir nada ya sudábamos.


Algunos sabios aventureros decidieron subir en teleferico, otros insensatos decidimos hacerlo andando. Al fin y al cabo, ya que estábamos allí queríamos disfrutar del paisaje, de las vistas, recorrer los tortuosos caminos del bosque, en fin sentirnos en plena naturaleza nipona. Razi nos lo advirtió, nos dijo que aquello iba a ser duro, pero nosotros insistimos y finalmente comenzamos a subir con paso decidido y buen animo. Recuerdo que los primeros 10 minutos no fueron del todo duros, hacíamos fotos y nos sentíamos felices rodeados de toda aquella naturaleza verde y hermosa. No recuerdo en que punto, supongo que cuando la cuesta comenzó a inclinarse, en que nuestra ascensión se convirtió en un autentico infierno. Hacía un calor infernal y una humedad ambiente descomunal, además el suelo era resbaladizo y los arboles creaban una especie de embudo que a veces nos impedía ver el sol y que solo ayudaba a que no corriera ni una brizna de aire. Por ultimo, las cuestas eran terribles, ni Indurain en sus mejores momentos habría sido capaz de subir aquellas demoniacas cuestas con una bicicleta. Eran tan pendientes y estabas tan cerca de los precipicios que estaba seguro que si resbalabas, estabas muerto.


Luchamos contra el calor infernal, contra las cuestas del demonio y contra el intensisimo sudor. Jamás he sudado en mi vida, estaba completamente empapado, como si me hubiera sumergido en una piscina de sudor. Increíble. Me sentaba y el sudor chorreaba. Creía que nunca llegaría arriba, creía que moriría en aquella cuesta, creía que moriría ahogado en mi maldito sudor. Al final, destrozado, sumido en el sudor y apunto de morir deshidratado, llegué arriba. Ni paisaje, ni experiencia inolvidable, ni naturaleza que valga. Si vais al monte Takao en verano, coged el maldito teleferico. Lo peor fue que no habíamos llegado al final, solo era mitad de camino y yo no podía con mi alma. No podía parar el sudar, fue horrible. Me tome una Fanta Melon, o mas bien la devoré en un pis pas y me sentó a gloria. Gracias a él pude continuar la ascensión, que si bien fue mas suave, aun me quedaban escaleras infernales y eternas caminatas. Recuerdo que en ese momento, cuando ya no podía mas, desconecte de algún modo y me puse a pensar en una muchacha que ocupaba mis pensamientos en esos días. En los recuerdos juntos a ella, en los momentos vividos....me puse a soñar en un futuro junto a ella. Cuando me di cuenta, ya había llegado arriba, confuso mire a mi alrededor y me sorprendí mucho. Si pensaba en ella era capaz de evadirme de tal modo que simplemente mi cuerpo funcionaba por si solo. Que recuerdos...tan felices.


Arriba unas abuelas nos aplaudieron por nuestra proeza, lo cual nos hizo sentir un poco confusos, deberíamos ser nosotros las que le felicitáramos a ellas...En fin^^. Nos hicimos una foto grupal, en la que yo aparezco completamente destrozado y nos fuimos para abajo. Algunos detalles de la subida, pues una extraña estatua de un pulpo (si en una montaña) que si lo tocabas daba suerte (a todos nos recordó al difunto Paul) y un árbol cuyo tronco era realmente inmenso. Seguro que tenía cientos de años aquel árbol. O quizás mas^^. También vimos templos hermosos y curiosas estatuas, aunque debido a mi cansancio no pude apreciarlos para nada como se merecían. Intentando no resbalar y morir en el acto bajamos de nuevo andando (total ya habíamos subido, no íbamos a pagar para bajar) y tras una cómoda pero sudorosa bajada llegamos finalmente a la base del monte Takao.


Habíamos superado una enorme prueba. Parece una tontería visto desde la comodidad del sillón, pero la verdad es que fue una autentica y verdadera paliza. Yo, me siento orgulloso de haber realizado esa hazaña y a la vez una sonrisa me surge en los labios al recordarme todo sudado maldiciendo contra todo y todos. Al final el mal genio se esfumo a base de ejercicio y sudor. Una bonita moraleja se puede sacar de esto, supongo. En fin, con esto concluyen las excursiones de este inolvidable viaje a Japón. Como ya os lo prometí, os haré una entrada especial sobre degustaciones culinarias, y también os prometí contaros la historia de amor que viví en aquellas tierras, una historia de amor que acabó....en tragedia. Pero que siempre recordare como una de las cosas mas maravillosas que me han pasado en la vida. Pero esa, esa sera otra historia.




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