lunes, 18 de abril de 2011

Redobles por Japón


La pasada noche, un año más, en Domingo de Ramos, mi cofradía recorrió las calles de mi ciudad. Es una tradición antigua y bonita, por lo que es un orgullo y una satisfacción poder formar parte de ella. Ayer, yo salí con esa cofradía y recorrí durante horas las calles de mi ciudad. Eramos muchos, pero nos coordinamos bastante bien y pese a algunos problemillas al principio de la marcha, la cosa salio bastante bien y el final nos salio casi perfecto. Es difícil coordinar a tantísimas personas tocando a la vez, por lo que sin duda podemos considerarlo un gran y rotundo éxito. Veremos ahora si este fin de semana volveremos a salir o no.


Mientras recorría las calles de la ciudad el cansancio y los dolores se fueron acumulando poco a poco. El traje es como una coraza que casi no te deja respirar y tantas horas de pie hacen que te duelan las piernas, que te duelan los brazos y que te duela en todo en definitiva, pero es algo que nunca mejor dicho, viene con el habito, así que cada uno lo llevamos lo mejor que podemos. Que nunca es de la misma forma y pocas veces es la mejor.


Tantas horas tocando sin pensar en otra cosa que el próximo redoble, hace que le des vueltas a las cosas que pasan, a las cosas que han pasado y a las cosas que vendrán. De una u otra forma todos somos un poco egoístas. Lo somos por mera naturaleza, por mera supervivencia, lo hacemos porque esta marcado a fuego en nuestros genes. Nuestros problemas siempre nos parecen mas graves que los demás, nuestro cansancio nos parece mas sofocante que él del resto y como nuestras heridas y patologías nos parecen mas grave que ninguna. Es algo natural y no debemos avergonzarnos por sentirnos así, simplemente tenemos que tratar de remediarlo, no solo por el bien de los demás, sino por el bien de nosotros mismos.


Ayer, mientras andaba quejandome de mi dolor y de la terrible sed que padecía me puse a pensar en lo que había ocurrido en los últimos meses. Me puse a pensar en los sucesos que habían ocurrido en mi largo caminar. Los buenos momentos y sobre todo en los malos. Me puse a pensar en las veces que me había lamentado de mi suerte, muchas de ellas injustamente y sin motivos de peso, otras si. Me puse a pensar en definitiva en las cosas que me han pasado desde que volví y la verdad, la única verdad, es que si bien he cometido numerosos errores, no lo he hecho tan mal. Mi situación no es tan mala, ni mi futuro tan desesperanzador. Lo que quiero decir es que de momento y toco madera porque esto puede cambiar en cualquier momento, las cosas van bien, medianamente bien y eso es algo que hay que agradecer, algo que hay que agradecer siempre.


Cuando estábamos recogiendo el paso y tocando los redobles de rigor me vino a la mente el terrible desastre que había asolado Japón. En la verdadera desgracia que había asolado el país y en la cantidad de gente que ha sufrido y que en esos momentos estaría sufriendo las peores penurias a causa de la terrible desgracia. Pensé en todos ellos y mis ojos se empañaron en lágrimas. Azuzado por los sonidos de bombo decidí acabar la noche con plenitud y haciendo frente al cansancio deje todo las energías que me quedaban en golpear el tambor con fuerza y la mayor habilidad de la que soy capaz. El redoble final sonó muy bien y todo acabo con aplausos y felicitaciones. Cuando sonó el bombo susurre unas breves palabras. Unas breves palabras de recuerdo para Japón y mis deseos de que pronto logremos entre todos levantarnos de nuevo de esta terrible desgracia. La Semana Santa continua pero esa, esa es otra historia.

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