lunes, 11 de abril de 2011

Ácaros al sol


La vida de un ácaro de la piel es mas compleja de lo que nuestros ojos pueden percibir. Es una criatura minúscula en un mundo de monstruosos gigantes que deambulan por el mundo con total impunidad y que ni siquiera sospechan de su pequeña exitencia. Un ser minúsculo en un mundo inmenso, azotado por un sol de justicia sobre una reseca tierra donde miles de distintos depredadores están listos y preparados para deborarte en cualquier momento. Pero el ácaro, pequeño y diminuto, encuentra un lugar caliente y seguro en la piel de cualquier animal. Feliz y contento por haber encontrado tal paraíso terrenal, cría, crece, se multiplica y alcanza la felicidad. Pero he aquí que cuando mas seguro se siente, zas, un zarpazo y el ácaro cae de nuevo al duro suelo. De nuevo a la desesperación, de nuevo a la lucha diaria por sobrevivir.


Hay algunas personas, y yo creo que me he encontrado entre ellas alguna vez, que viven en un bucle eterno. Un bucle del que son incapaces de salir, porque para empezar ni siquiera saben que se encuentran dentro de uno. Y es que el ser humano pocas veces se para a pensar en lo que tiene delante, en lo que vivió en su pasado y en lo que le deparara el futuro si sigue por esa misma senda por la que en estos momentos esta andando.


Hace unas semanas, como todos los que amamos a Japón, pasamos un momento dramático y devastador de nuestras vidas. Por unos días sentimos que nuestros sueños se perdían para siempre, veíamos como las personas que queríamos estaban en un gravisimo riesgo y como el país que amábamos estaba sufriendo una terrible y devastadora calamidad. Yo, personalmente, lo pase realmente mal. Creía que el fin, el verdadero fin de toda mi historia estaba apunto de llegar.


Pero al final los rayos de esperanza que tanto escasean en este mundo oscuro y globalizado, volvieron a surgir y parecía que la tormenta volvía a barrerlo todo trayendo de nuevo una efímero y delicada esperanza. Ingenuos, nos atrevimos a sacar la cabeza, nos atrevimos a volver a soñar. Nos atrevimos a sonreír y a seguir pensando que todo se solucionaría, que todo iba bien, que nada malo podía pasar. Quien se deja llevar por efimeras ilusiones acaba pagándolo caro.

De nuevo la adversidad y la tragedia parecen cernirse sobre el país que amamos y de nuevo nuestra impotencia es total.


De nuevo no sumimos en la oscuridad sin poder evitarlo, sin poder hacer absolutamente nada al respecto. Y aquí seguimos luchando contra un enemigo firme, con nuestros corazones en un puño y la mente en unas lejanas costas, las lejanas costas que tanto amamos y anhelamos. Una vez más, me siento al borde del abismo. Me siento al borde de la derrota total. Siento que estoy al final de este viaje. Y lamentablemente temo que esta vez ya no haya vuelta atrás.


Me siento como aquel pequeño ácaro de mi historia que es arrojado al suelo sin clemencia y que sumido en el dolor, la perdida y la desesperación, se aferra a la casi inexistente esperanza de que todo acabe bien. De que la cosa mejora, de que vuelva a ver la luz del sol tras las oscuras nubes de la tormenta. Solo pidiendo, solo deseando de todo corazón, que el mundo le de una segunda oportunidad. Mantengamos la esperanza y lancemos nuestros deseos al aire. Y lo que venga por delante...sera otra historia.

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