Un nuevo horizonte, como os comentaba en entradas anteriores se ha abierto ante mi. Un nuevo camino, nuevos retos, nuevas adversidades, pero también viejos compañeros, amigos y amistades, antiguos miedos y algunas inseguridades. Ahora que parece que finalmente todo parece estar destinado a terminar. Ahora parece que todo esta apunto de finiquitarse. Una etapa en mi vida parece que pronto llegara a su fin, pero hasta ese momento, hasta ese momento en el que tenga que decidir mi futuro y por donde van a andar mis pasos, tengo que lidiar con lo que tengo enfrente de mi, que no es precisamente poco. Son unos meses confusos, de confusos sentimientos y de importantes y trascendentes decisiones por tomar. Pero es lo que tenemos.
Estoy mosqueado. Y no es por la universidad. Gracias a mi esfuerzo, a tener un poco de suerte, las notas este año han sido un rotundo éxito. De hecho, me atrevería decir que han sido las mejores desde que tengo memoria. Y eso es bueno y en parte me ha llenado de alegría y satisfacción. Derribando en definitiva, algunos miedos que he ido atesorando a lo largo de este curso. La dificultad ha sido alta y el reto no ha sido moco de pavo. Muchas, muchas horas de estudio, de cansancio, de sufrimiento, de soledad, de las que todavía no me he recuperado del todo. Pero supongo que han merecido la pena, ahora solo queda darle el empujón definitivo para terminar el año académico con solo éxitos tras mis espaldas, y como suelo decir yo siempre, un problema menos.
Pero no estoy bien. Por un motivo o por otro, sigo sin estar bien. Se que el cansancio acumulado aun lo llevo arrastrando y además esta semana he estado enfermo, lo que no ha hecho que la cosa mejore precisamente. Además, lo de levantarme todos los días tan temprano y las nuevas clases de este cuatrimestre no me ayudan a recuperarme mental y físicamente del esfuerzo realizado estos últimos meses. Y pese a todo, no me encuentro del todo bien. Me hago preguntas tontas, me siento mal cuando la gente me rodea y evito el contacto con los demás. No paro de ver a las chicas con renovado interés enfermizo que a veces me asusta hasta a mi mismo. Aunque nada grave no creáis que soy un pervertido, pero antes sabía reprimir mejor algunas miradas o ligeros pensamientos.
Y el caso es que no estoy cómodo. No estoy cómodo con mi presente ni con mi pasado. A veces pienso que soy demasiado impertinente con los que me rodean y por otro no puedo dejar de actuar como si nada ni nadie me importara, no puedo dejar de rechazar el contacto con mis amigos y conocidos, no puedo dejar de apartarme de ellos. Y es precisamente cuando estoy solo, cuando añoro sus sonrisas, cuando añoro los buenos momentos, cuando me gustaría tomar unas cuantas cervezas junto a ellos. Es cuando mas los añoro, aunque cuando estoy con ellos me siento incomodo y desubicado.
A lo mejor es el cambio, a lo mejor es la incertidumbre del futuro, a lo mejor es que de alguna forma, algo dentro de mi sabe que ya me estoy marchando y eso de alguna forma, se hace presente de forma subconsciente. No lo se, solo se que no estoy agusto y pienso, a veces reflexiono, si de verdad merece la pena la meta, si de verdad merece todo esto el sueño por el que estoy luchando. A veces incluso, dudo si dejarme llevar por una vez por lo que quiero hacer y no por lo que debo. Pero conociéndome, conociendo en lo que me he convertido, se que eso no pasara nunca. Habrá que seguir luchando una semana mas, pero esa sera otra historia.
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