lunes, 3 de enero de 2011

Perdido en la adversidad


Hoy, mientras veía con poco interés el partido del Zaragoza y el frió amenazaba con hacernos caer enfermos si sobreviviamos a ese tedioso partido de fútbol que estábamos contemplando. Escuche con perplejidad los odios e improperios que el estadio entero le dedicaban al arbitro de él encuentro, que si bien se había equivocado, no era sino un causante más de la desastrosa decisión en la que se encontraba el equipo y el punto tan trascendental del partido. Con un empate a uno, todos tenían la sensación de que aquella fría noche de Enero, una vez mas la victoria se iba a escapar delante de nuestras narices.


Mientras los ensordecidos gritos me rodeaban, yo negaba con la cabeza y pensaba: "¿Como alguien puede albergar tanto odio en su interior hacía un desconocido?" Supongo que el fútbol, no es mas que una válvula de escape más ante todos los sinsabores e injusticias que nos toca sufrir en estos días oscuros que cubren los cielos de este país. Perdido en mis pensamientos, me puse a mirar dentro de mí, en mis propias actitudes, en mi propia oscuridad, en mi propia ira, la que se esconde dentro de mí, la que alberga en lo mas profundo de mi corazón.


Estos tiempos son difíciles para mi. No solo reina una alegría desbordante por el mundo, con motivo de la navidad, que en cierta manera molesta a todos aquellos que no gozamos de nuestro mejor momento, molesta involuntaria y erróneamente, pero molesta. A esto se une el cansancio y el aislamiento. Largas jornadas de estudio en soledad, con la única compañía de los libros y de uno mismo...Uno no se puede imaginar hasta que punto esto amarga, hasta que punto esto recrudece tus entrañas. La tristeza te va inundando, los pensamientos negativos y la tensión se acumulan de la mano. Todo se torna monótono, oscuro y miserable. No es sano estudiar así, pero es lo que toca.


Para finalizar, una desilusión en el corazón, una herida de las que sangran abundantemente. Las heridas del amor, por muy esperadas que sean, por muy previsibles, no dejan de doler menos. Y esto duele, aun duele. Sangra profusamente, en los momentos de calma, cuando bajas la guardia, una lágrima te recorre la mejilla sin querer. Esto solo lo cura la combinación de tiempo y entretenimiento, al menos distrae tu atención. Al estar todo el día con la mente a toda maquina, los recuerdos te asaltan y la tristeza no deja de crecer. Te sientes destrozado, te sientes derrotado, me siento vencido.


Todos estos factores se van acumulando en tu interior, en tu silencio y al no encontrar una salida, crean un peligroso nudo en tu interior. Yo no me daba cuenta, no me doy cuenta, pero estos episodios, debido a mi carácter reservado, apunto están con acabar con mi determinación, apunto están de acabar con mi sonrisa. Afortunadamente, siempre brilla el sol después de la tormenta. Y cuando mi equipo marco el gol de la victoria en los últimos minutos, me levanto como empujado por un muelle y grite y lo celebre como hacía años que no lo hacía. De alguna forma, libere toda esa tensión acumulada, esa rabia y esa frustración que a veces se acumulan en los recovecos de nuestra alma. Que a veces no nos dejan ver mas allá de nuestra tristeza. No os voy a mentir, las cosas no pintan bien y los días de estudio no han hecho mas que empezar. Pero de momento he logrado sacar un poco de animo para seguir luchando duramente, al menos hasta mañana...Pero mañana, sera otra historia.

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