Una de las primeras cosas que hice cuando llegue a Japón fue volver a la bella Yokohama. Había vivido muy buenos y bonitos momentos en esa ciudad tan espectacular y quería volver a ver su mar, andar por sus calles, sentir esa nostalgia tan placentera que nos envuelve cuando recordamos con una sonrisas momentos felices. El caso es que, lleve conmigo a mis nakamas a dicho ciudad. Allí esperamos sentados en un banco, mientras eramos pasto de los mosquito-buitres japoneses a que anocheciera. Les prometí que la panorámica sería simplemente inolvidable. Desgraciadamente a causa del terremoto no había tanta iluminación como en veces anteriores. Con todo, el paseo marítimo de Yokohama tremoló todo su encanto y su magia brindando a mis amigos y a mi un espectáculo inolvidable. Cientos de parejas se sentaban en los bancos del paseo, abrigados por las luces de los bellos barcos con la inmensa y luminosa figura del Landmark en el horizonte.
Y mis amigos, que no son tontos, tomaron nota de esta excursión y allá se fueron, con sus dos nuevas amigas, a pasear por Yokohama. Yo me dedique ese día a deambular por Tokyo en solitario, así que no fui testigo directo de lo que allí aconteció, al fin y al cabo era una cita de parejas y yo allí sobraba. Así que les deseé suerte mientras les veía marchar todo emperifollados y arreglados para la ocasión. Parecían decididos y seguros de lo que iba a pasar esa noche, pero no, no lo estaban. Al menos uno de ellos no, pero nuestro protagonista si. Como digo, no fui testigo directo de lo que allí paso, así que solo puedo relataros lo que a mi me contaron, y mas concretamente lo que ha retenido mi maltrecha memoria.
La noche empezó en un Izakaya, una acertada idea, donde mis amigos y sus compañeros bebieron a riendo suelta durante un par de horas y cenaron algo ligero, con lo que ellas estaban cotentas y ellos estaban muy contentos también. Después pasearon por el paseo maritimo. Como os comente, Martin estaba emparejado con la Yokohamera, la mas discreta de las dos chicas, mientras que nuestro protagonista, Pedro, estaba con la mas vistosa Reina. En un momento de la noche, Martin decidío desviar su atención hacía Reina, mientras que Pedro sonreía sin decir nada y consentía con un as en su manga y charlaba animadamente con la Yokohamera. Al final las parejas se cambiaron, y Martin se "quedo" hablando con la mas vistosa y Pedro se quedo con la mas tímida y menos vistosa, pero no menos radiante.
La estrategia de Martin fue directa, sin tapujos y sin medias tintas. Ataco de forma desproporcionada y bastante poco apropiada visto en perspectiva. Mientras que Pedro lo hizo de forma educada, fue amable y para nada intento nada mas con ella que no fuera hablar y dialogar tranquilamente. Al fin y al cabo era la primera cita, el mudno seguía su curso y él sabia como hablar con las mujeres. Así amaneció, con ellos sentados en el paseo de Yokohama, charlando agradablemente, con el mas de fondo.
Y volvieron a casa, y por supuesto, la estrategia atrevida y directa de Martin fue un fracaso total, no volvió a ver a su chica, sin embargo, Pedro si la volvería a ver. Pero ya he escrito suficiente por hoy. Esa será otra historia.
domingo, 26 de agosto de 2012
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