Las noches como hoy, noches de tormenta, la soledad y el silencio parecen imponerse a los rayos y las aguas torrenciales. En estas noches de tormenta y rayos, los animales y los insectos se ocultan. Pues nadie ha visto volar a la mariposa bajo el azote de la tormenta. Ni ha visto salir al corzo en busca de mas verdes prados mientras riadas de agua caen por las montañas. En ese sentido los animales parecen tener mas sentido común que nosotros que nos hacemos llamar seres superiores. En ese sentido la razón y la lógica nunca están de nuestra parte. Aunque quizás muera mas gente a causa de las tormentas, cuando el cielo esta en calma y solo lo perturban los rayos. Esos que vienen sin avisar y nos impactan de lleno partiéndonos en dos el corazón.
Las noches de tormenta el hombre se siente pequeño e insignificante. A veces se esconde debajo del escritorio o debajo de sus sabanas y espera con los ojos muy cerrados a que pase el peligro. Quizás en ese sentido, no hayamos perdido del todo ese instinto natural que caracteriza a los animales. Ese instinto de supervivencia. El hombre moderno vive perdido, como ya escribí en entradas anteriores, perdidas en su propia oscuridad, perdido en su pobre decadencia, perdido y abrigado por los miedos que lo acurrucan por las noches y le cantan nanas de temor en el oído, tan dulces que cualquiera las abrazaría con entusiasmo, que cualquiera las desearía sin dudarlo.
Yo como todos, tengo miedos en estas noches de tormenta. No a los rayos, ni al azote de las aguas. Afortunadamente, y de momento, en estas latitudes no debemos de temer en exceso a esos desastres atmosféricos. Pero eso no quiere decir que la propia negrura de la noche, que el propio azote de la lluvia, que el silencio interrumpido por los sollozos del miedo no traigan a mi memoria viejos miedos que creía olvidados. Miedos que hablaban de fracaso, miedos que hablaban de desesperanza y de temor. Miedos que hablaban de lo profundo de mi memoria.
Una canción que me gusta muchísimo reza: "No confundas tu presente con la oscuridad de tu pasado". Mas o menos dice así. Y es que en las noches de oscuridad, cuando la tormenta nos azota aunque no notemos caer las gotas contra nuestra piel, aunque no sintamos el poder del viento azotando nuestro pelo, nuestros miedos mas profundos salen a la luz. No les prestéis mucha atención, intentad no prestar atención a los truenos que resuenan dentro de tu cabeza. Solo déjate cobijar por el arrullo del sueño y que esta tormenta pase, que vaya junto a los miedos del pasado. Y veamos que nos depara el nuevo amanecer, aunque esa, esa sea otra historia.
sábado, 2 de junio de 2012
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