jueves, 7 de junio de 2012

Filosofía de Estudio

Hace mucho tiempo, un profesor nuevo llego a nuestra clase de anatomía. Era un hombre regordete, de rostro amplio y bajito. Normalmente los profesores venían a clase, nos soltaban el discurso de turno, con mas o menos acierto, y se marchaban de clase con gesto monótono. Como si dar clase fuera algo tedioso y aburrido, como si hubieran repetido tantas veces esa misma materia que casi se la sabían de memoria sin necesidad alguna de repasar nada. Pero este profesor no hizo eso. Este profesor solo iba a darnos 2 o 3 clases, la verdad es que hace tiempo que ni lo recuerdo. Lo que si recuerdo es que nos enseño los músculos extensores y flexores de la pata. Un montón de nombres mas, pero lo hizo de forma esquemática y simple. Lo hizo tan bien que lo recuerdo como algo agradable y fácil de comprender.

Pero ese profesor, cuyo nombre siento no recordar tampoco, nos explico algo más. Algo que no tenía nada que ver con la asignatura. Nos puso un gráfico en la pizarra, en abscisas el tiempo y en las ordenadas la memoria. Lo que era capaz de memorizar la mente humana. Nos dijo que nada mas estudiar algo, comenzábamos a olvidarlo poco a poco. Que acabaríamos olvidandolo con el tiempo, de forma irremediable. Pero que si volvíamos a estudiarlo antes de que ese tiempo expirase, el tiempo que invertiríamos en su estudio sería menor y que el tiempo en que tardaríamos en olvidarlo sería mucho mayor. Yo no lo hice mucho caso en ese momento. Pero le recuerdo en la pizarra, le recuerdo haciendo su gráfico. Lo recuerdo aun mejor y con especial cariño porque nos dijo la pregunta que pondría en el examen. Y así fue, en el examen puso esa pregunta. Sobre los músculos de la pata.

Años mas tarde, cuando me puse a estudiar en serio la carrera, y no a hacer el melón como había hecho hasta entonces. Ante un temario amplio y de difícil estudio, decidí poner en práctica lo que aquel viejo profesor me había enseñado. Y el caso es que con el paso del tiempo, y de los exámenes, poniendo en práctica su metodología de estudio. Estudiando una, luego otra, y otra. Cada vez mas, con menos tiempo y recordándolo mejor, me dí cuenta de que el sistema funcionaba. Y así puedo decir con orgullo que mi método de estudio a dado en general, buenos resultados.

Hace un año o dos, me enteré que ese profesor ya no daba clase, y también me enteré porque cuando nos dio clase a nuestra promoción nos dio tan pocas clases. Y es que el profesor, sufría un cáncer. De ahí a que diera tan pocas clases. Y desafortunadamente perdió la batalla contra él mismo. No se donde se encuentra ahora mismo, no se si estará en el cielo o en el infierno. Lo que sí se es que siempre que estudio me acuerdo de él. Y siempre que apruebo un examen siento cierta gratitud hacía él, porque de alguna manera, al final nos supo trasmitir, o me supo trasmitir una enseñanza vital fundamental para mi futuro. No se cuantos profesores pueden decir eso...Pero él, este donde esté, se que sonríe, se que lo hace cuando apruebo un examen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario