Al fin nos ha llegado el otoño de golpe. Y lo ha hecho en el momento mas oportuno, cuando ya estoy recuperado de mis múltiples patologías y dispuesto para afrontar todos los quehaceres y obligaciones que tengo que afrontar antes de que acaba este año. Curiosamente, estos meses estarán cargados de obligaciones y compromisos que habrá que ir afrontando uno a uno, vamos lo que viene siendo mi vida desde que empecé este fatídico e infernal curso.
Pero centrándonos un poco en este mes que acabos de empezar, no puedo dejar de sentirme un poco molesto, un poco nostálgico y apático. Supongo que todo se debe a los cambios de luz, de horarios y todo el componente hormonal que conlleva todo ello. Pero no puedo dejar de sentar punzadas de nostalgia que bombardean mi alma y mi corazón. Miro las fotos de los pasados veranos, recuerdo rostros que casi tengo olvidados, intentos ver entre la oscuridad de mis recuerdos sin perderme en su mar de alegrías perdidas.
Estos días una oleada de campaña electoral, propagandas y falsas promesas se avecina sobre nosotros. Pancartas de candidatos que sonríen fácilmente, promesas lanzadas al viento con el deseo de que se las lleve lo mas lejos posible, lo mas rápido posible. Sonrisas importadas y mentiras elevadas a la categoría de verdad. Hasta aquí, lo mismo que pasa en cualquier otro país civilizado, incluso en Japón, donde los mentirosos y los políticos de profesión tienen que trabajar un poco para asegurarse su sustento de los próximos 4 años. 4 años de abundancia y una vida casi resuelta bien merecen el esfuerzo.
Los recuerdos, como digo, están a flor de piel, por lo que no pude evitar pararme y recordar el pasado viaje, uno de esos días en los que caminaba por las estrellas calles de HigashiNakano me fijé en un cartelillo electoral, de los muchos que adornan las calles del Japón. Como dice mi amigo Razi, Japón de una forma o de otra parece estar eternamente en elecciones, por eso no es raro ver este tipo de carteles por las calles de las principales ciudades. En este, concretamente, salía la tez de un candidato, esta vez con expresión seria, no como aquí que parecen todos unos modelos o alguien tan feliz que es ajeno a este mundo. El caso es que me dio por leer el eslogan, es algo que hacía siempre que veía algo para leer, para ver si podía leer lo que ponía, que generalmente era que no^^, pero eso es otro tema.
En el cartel electoral ponía "Todos sostendremos a Japón". Y eso es algo que si bien no le di mucha importancia en su momento, ahora cobra una renovada y llamativa importancia cuando veo los carteles electorales que recientemente pueblan las calles españolas. En ellas los eslóganes, los anuncios, las proclamas no se parecen ni en lo mas remoto a las de ese misero e inocente cartel japonés. Aquí por un lado, otros intentan meter el miedo en el cuerpo sobre lo que sucedería si ocurriese un cambio en el poder y otros proclaman un cambio que esta por venir como si fuera la panacea de todos nuestros dolores, temores y pecados. La realidad sin embargo es distinta, lo único que buscan ambos es hacerse con el poder y si para eso tienen que engañar, mentir o destruir el país lo harán.
España es un enfermo crónico cuyos gobernantes solo buscan el beneficio propio, mientras en Japón unos abogan por salvar, por ayudar, por entre todos mantener a flote el país. Aquí lo único que les interesa es mantenerse a flote a ellos mismos. Por ello, cuando estos días paseo la mirada por los carteles electorales de este país, no puedo de dejar de sentir añoranza. Una profunda y cruel añorancia. España es un buen país, pero nadie esta dispuesto a luchar por él, no al menos desde las órbitas corruptas del poder. ¿Por qué quiero ir a vivir a Japón? Entre otras cosas, por esto mismo. Aunque solo es una misera y pequeña razón. Hay otras, pero esas, esas son otras historias.
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