De nuevo me he pegado una buena temporada sin dar señales de vida por estos lares. Si la otra vez fue por culpa de un condenado examen que finalmente supere con bastante holgura, esta vez ha sido por un acontecimiento completamente distinto. Un acontecimiento revolucionario, sorprendente e inesperado que no ha hecho sino tambalear todos los cimientos de mi vida y de alguna forma lanzarme un pequeño cabo en un momento en el que lo estaba pasando bastante mal.
Y si no lo he contado hasta ahora ha sido por dos motivos principales. El primero es que ni yo mismo me creía del todo lo que me estaba pasando. El segundo que tengo la extraña sensación de que si hablamos antes de tiempo de las cosas buenas que nos pasan en la vida, estas se esfumaran, se perderán sin remedio, se desvanecerán justo delante de nuestros ojos. Se que es una tontería pero no puedo dejar de sentirme así, de modo que prefiero callar, antes que compartir abiertamente las buenas nuevas, pero bueno, supongo que ya ha llegado el momento.
Como podéis comprobar en esta misma pagina los últimos días estaban siendo especialmente duros y agotadores. El curso ha iniciado y lo ha hecho sin preguntarle a nadie si estaba preparado. El nuevo horario es realmente agotador, hay que madrugar todos los días, y a eso hay que sumarle practicas de varias horas y tremendamente aburridas. Por no hablar de todo el estrés de cuadrar horarios, lidiar con compañeros y cerrar pequeños asuntos que había que atender. Todo eso, unido a la incertidumbre de mi futuro, hacía que mi estado de animo fuera realmente deplorable. Pero como os conté, me aferre a una ilusión, me aferré a una esperanza.
Y a todo cerdo le llega...su lo que sea. Así que aferrado a esa esperanza intente buscar algo mas que amistad, con una chica que me agradaba, que me estaba llevando de cabeza durante este último mes. La cosa era improbable, porque ella era japonesa y yo un extranjero algo oxidado en esto del amor y con muchas cosas en la cabeza. Demasiadas. Pero la cosa fluyo sola y fue tan tan bien que hasta yo mismo pase varios día sorprendido, noqueado y sin creermelo del todo. Cada día que pasamos juntos es una gozada, me siento muy agusto y lo paso en grande. Lo cierto es que cuando pienso en ella no puedo dejar que se me escape una sonrisita bobalicona. Quizás sea eso a lo que llaman felicidad. Quizás....
Y así estamos, con la sonrisa en los labios, pero con la sombra de un futuro incierto y lleno de problemas por delante. Los retos aun son muchos, los problemas aun están ahí y la incertidumbre sigue presente en nuestras vidas. Pero al menos, finalmente, le he ganado una ficha al destino. Y eso, dadas las circunstancias, es toda una grandisima victoria. Esperemos el siguiente episodio, pero esa....esa sera otra historia.
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